“Este impresionante trabajo es pionero en el área y permitirá explicar un conjunto de patologías asociadas a la diabetes, hiperglicemia continua y trastornos cerebrales presentes en los hijos de madres diabéticas, como la hidrocefalia gestacional”. Con estas palabras fue que la destacada neuróloga e investigadora Ryann Fame, académica de la Universidad de Stanford, relevó el potencial de impacto de un hallazgo con sello de la Universidad de Concepción (UdeC).
Se trata de un estudio que por primera vez describe mecanismos relacionados con efectos de la glucosa sobre el cerebro y cuyos resultados encienden la alarma sobre la posible afectación que los niveles elevados de esta sustancia podrían tener sobre ciertas funciones cerebrales con complejas consecuencias fisiopatológicas.
El trabajo fue desarrollado por investigadores de la Facultad de Ciencias Biológicas y del Centro de Microscopía Avanzada (CMA) UdeC, liderados por el doctor Francisco Nualart, junto a científicos de la Universidad de Málaga en España, Universidad de Illinois en Estados Unidos y Universidad de Lausanne en Suiza.
Los resultados se publicaron en Plos Biology y la trascendencia de las nuevas evidencias derivó que fuera elegida para el banner web y la portada del número de septiembre de una de las revistas más importantes del mundo en el área de la biología. Además de la revisión de las implicancias del hallazgo de la doctora Fame que acompaña al voluminoso artículo científico.
Impactante hallazgo
“La glucosa impacta al cerebro y a su equilibrio interno que está basado en el movimiento de líquido cefalorraquídeo (LCR) dentro de éste y que genera cambios biológicos importantes para entender cómo está la glucosa en el organismo e inhibir patologías asociadas al desequilibrio”, resume sobre el hallazgo el doctor Nualart, director científico del CMA y académico del Departamento de Biología Celular, primer autor del paper.
Para profundizar, cuenta que describieron una forma para explicar cómo el cerebro sensa (detecta) al azúcar en concentraciones elevadas o hiperglicemia. “En términos técnicos y biológicos, el aumento de las concentraciones de azúcar en la sangre son transferidas a las cavidades cerebrales, aumentando la glucosa en el LCR”, precisa al respecto.
Y lo que evidenciaron es que la hiperglicemia genera cambios notables a nivel del LCR, que fluye por las cavidades cerebrales como la sangre por los vasos sanguíneos, en la liberación de proteínas como la SCO-spondina y Wnt5a desde una pequeña glándula llamada “órgano subcomisural” (abreviada SCO), y la regulación del batido o movimiento ciliar en las cavidades cerebrales.
“Los cilios son como pelitos y normalmente se están moviendo. Pero, cuando fluye la glucosa empiezan a vibrar y el LCR se enlentece temporalmente. Cuando eso sucede, el cerebro normalmente sensa a la glucosa. Pero, si la hiperglicemia se hace crónica, como en la diabetes, el movimiento del fluido cerebral se detiene tanto que empiezan a haber trastornos como acumularse en las paredes”, destaca Nualart.
Y advierte que se sabe que la desregulación en los niveles del LCR se asocia a patologías como hidrocefalia cuando se acumula.
Efecto de saciedad
Sobre la base de la línea que sigue en esta materia destaca que junto a sus grupos han aportado con modelos sobre el efecto de la glucosa sobre los sistemas sensores cerebrales y en la saciedad, sensación clave para limitar la ingesta alimentaria a los parámetros saludables.
El investigador se detiene en la habitual recomendación de masticar bien y comer lentamente. “Eso tiene una base biológica importante, porque al comer incorporas glucosa al sistema sanguíneo, que entra al cerebro y llega a las neuronas que sensan sus niveles, se activan y mandan señales que van al intestino, estómago, hígado y tejido adiposo, lo que hace todo un cuadro que dice que estás bajo saciedad”.
“La saciedad es un tema mental. Entonces, cuando se aprende a comer con el cerebro y no sólo con el estómago las personas pueden hacer una vida más sana, hay menos obesidad y complicaciones por la alimentación excesiva”, afirma.
En su tránsito la glucosa se mueve muy rápido, por lo que desde las certezas llamaba la atención que pese a su gran velocidad influyera en toda esa maquinaria. Así que se abrieron preguntas que se abordaron en el reciente estudio y condujeron a los hallazgos en torno a los mecanismos descritos hasta antes desconocidos.
Desde allí asevera “se conoce bastante cómo la hiperglicemia impacta a órganos periféricos como páncreas, hígado y riñones. Pero, se conoce mucho menos cómo impacta al sistema nervioso”.
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