Los hinchas de Ñublense retornarán al estadio Nelson Oyarzún Arenas el próximo sábado a las 14:00 horas, cuando el elenco de Jaime García reciba por la última fecha de la primera rueda a Palestino.
La presencia de 2.830 abonados autorizados, no solo supone una prueba de fuego en términos sanitarios, que no admite fallas ni descuidos, para avanzar lentamente, siempre con cuidados, a la normalidad, sino que establece un hito desde lo emocional para los diablos rojos.
Sí, desde lo emotivo será un reencuentro esperado, añorado y necesario, porque si hay un equipo que hizo historia sin sus fieles seguidores, ese es Ñublense.
Los diablos rojos fueron el primer campeón del fútbol chileno en pandemia, sin poder disfrutar del aliento y el cariño de sus hinchas sedientos de gloria.
La hazaña de García y sus jugadores, tras una liguilla previa que los privó del ascenso el 2019 después del estallido social, fue en silencio, sin cánticos y la frialdad de las tribunas vacías.
Sin aplausos, sin ovación sin delirio en la popular, como muchos imaginaron al proyectar el título que el Rojo logró el año pasado.
“Yo ni sé mucho como va a reaccionar la gente cuando vuelva. Será bonito, pero a la vez, emocionante”, confiesa Jaime García, quien también considera que la vuelta de los hinchas completará un espectáculo que estaba cojo.
Que carecía de esa emocionalidad externa, de ese contexto apasionante que le dan los fanáticos en las tribunas.
Ñublense vivió uno de los grandes hitos de su historia sin su gente en el estadio y protagoniza una campaña aplaudible en su reestreno en Primera, que los hinchas sueñan con seguir desde la galería. El reencuentro el sábado será emotivo. La hinchada volverá a verle la cara a su viejo e incondicional amor. Porque el fútbol sin público, pierde su sentido social y de pertenencia que lo hace tan hermoso.
