Más del 80% de la población chilena vive actualmente en ciudades, y se prevé que esta cifra siga incrementándose, ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los gobiernos municipales, no solo en términos de garantizar servicios básicos como acceso a la energía y el agua, alumbrado público, vivienda, transporte, y gestión de residuos, sino como actores claves en el diseño, implementación y desarrollo de estrategias integrales, políticas y acciones para hacer frente al mayor problema que enfrenta la humanidad: el cambio climático.
Para Ñuble esto adquiere una relevancia mayor, si se considera que todos los modelos de proyección de los efectos de este fenómeno señalan que la zona centro-sur de Chile tiene alta vulnerabilidad a este fenómeno.
En esta línea los gobiernos locales son fundamentales, debido a que en general son las estructuras político-administrativas que tienen mayor cercanía con la comunidad y por ende mayor capacidad de influencia en las organizaciones locales y las disposiciones en términos de política pública que afectan directamente al territorio.
Por eso es valioso que las municipalidades de comunas grandes y pequeñas incluyan la problemática de cambio climático en sus planes y programas de desarrollo. Junto al apoyo de la sociedad civil, la academia y los gobiernos regionales, sería muy positivo que desarrollaran análisis de la situación de su territorio, generen diagnósticos y elaboren programas de adaptación. Y esto debe ser ahora.
Los gobiernos de las 21 comunas de Ñuble, y el Gobierno Regional, tienen una responsabilidad ineludible sobre este tema, que deben asumir con una visión a largo plazo de la protección del territorio y de sus habitantes, generando políticas locales verdaderamente sustentables, más allá de los eslogan, buenas intenciones y declaraciones voluntaristas de las autoridades.
Podemos culpar a liderazgos políticos precedentes, a la inoperancia o reacciones tardías, a la propia gente e incluso a un modelo económico que puso en segundo plano, durante décadas, la sustentabilidad ambiental. Pero todo eso no debe cegarnos ante una emergencia climática que es apremiante, tal como lo advierte el Reporte 2022 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que marca como fecha límite el 2025 para que las emisiones de carbono lleguen a su máximo histórico. Después de eso, aseguran los científicos involucrados, los gases de efecto invernadero deberían de caer de manera precipitada y profunda. De lo contrario, es poco probable que el planeta sea habitable para 2050. La alarma de la institución, sin embargo, no es nueva.
Por lo mismo, debemos hacer los mayores esfuerzos en estrategias de mitigación y adaptación, definiendo acciones que sean concretas y que permitan disminuir al máximo los efectos negativos del fenómeno.
No es un desafío menor, pero tampoco carece de realidad. Pues si bien es cierto que la situación de los municipios es muy desigual, existen reales posibilidades de generar transformaciones en la forma de gestionar nuestras ciudades, lo que puede hacer una diferencia significativa respecto a cómo enfrentamos esta problemática global.