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La distribución de alimentos a miles de supervivientes del ciclón Idai en África austral se inició de forma caótica, causando escenas de ira y frustración, mientras los socorristas evacúan a los supervivientes bloqueados en tejados o campos inundados.
El ciclón Idai, que arrasó la semana pasada Mozambique y luego Zimbabue, dejó cerca de 400 muertos y afectó a centenares de miles de personas, que han perdido sus casas, sus cosechas o sus bienes.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), que planea auxiliar unas 600.000 personas en la región, empezó a distribuir alimentos, en particular galletas enriquecidas con vitaminas.
Pero la entrega de la ayuda a los supervivientes hambrientos se hace de forma caótica.
En Dondo, en el centro de Mozambique, centenares de personas se precipitaron el jueves para recibir una ración en una escuela transformada en campamento de desplazados, constató la AFP.
“Tengo hijos, cuatro hijos ¿y me dan solamente pan? Necesito una bolsa de alimentos”, se quejaba un hombre.
“No reparten a todo el mundo, solo a los que están en el interior. Los que están fuera no reciben nada”, lamentaba Marta Antonio, que portaba a su hijo pequeño.
Los voluntarios reconocen estar desbordados.
“La magnitud de la situación va mucho más allá de lo que puede hacer un país o un gobierno”, explicó Gerry Bourke, portavoz del PMA.
Evaluar los daños
El viernes, las autoridades mozambiqueñas seguían evaluando los daños una semana después del paso de Idai.
Desde este viernes los rescatistas usarán drones para inspeccionar las zonas inundadas.
“Tendremos una mejor idea de las zonas afectadas” explicó el ministro de Medio Ambiente de Mozambique, Celso Correia.
Entretanto, en el cielo los helicópteros proseguían su búsqueda de supervivientes, bloqueados en medio de las inundaciones.
Escuelas, hoteles e iglesias han sido requisados para ser transformados en centros de acogida tanto en Mozambique como en Zimbabue.
En Beira, ciudad de medio millón de habitantes, el principal hospital, cuyo techo fue parcialmente dañado, sólo puede funcionar al 40% de sus capacidades.
Pero en las calles, la normalidad regresaba progresivamente, y el viernes se formaban colas frente a los bancos que reabrieron sus puertas.
Los vehículos vuelven a circular en algunas calles habilitadas. La red de telefonía, interrumpida durante varios días, funcionaba nuevamente aunque de manera intermitente.
Las operaciones de reconstrucción también se han iniciado lentamente. Algunos habitantes buscaban entre los escombros de un supermercado para recuperar planchas de metal con las que construir viviendas precarias.
Y los técnicos trabajaban para restablecer líneas telefónicas y la electricidad.
En el aspecto sanitario, crece la inquietud. Se han registrado casos de diarrea, según el alcalde de Beira, mientras los voluntarios y rescatistas alertan contra el riesgo de cólera o tifoidea.
Ante la magnitud de los daños, una conferencia de donantes está prevista el 11 de abril en Beira.
Duelo nacional
En Zimbabue, se ha decretado un duelo nacional de dos días, y los supervivientes seguían hurgando entre los escombros para recuperar lo que aún puede ser salvado.
Un teléfono ha sido instalado en Chimanimani (este), epicentro de las destrucciones en este país. Ante él, las familias hacen cola para poder llamar a sus allegados, mientras los supervivientes siguen enterrando a sus muertos.
Cerca de 200 personas, entre ellas 30 colegiales, siguen desaparecidas en Zimbabue.