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Londres no presentó todavía alternativas viables a los términos actuales del acuerdo de divorcio cerrado en noviembre con la Unión Europea (UE), anunció la Comisión Europea tras un almuerzo entre su presidente Jean-Claude Juncker y el primer ministro británico, Boris Johnson.
“El presidente Juncker recordó que compete al Reino Unido presentar soluciones jurídicamente operativas que sean compatibles con el acuerdo de retirada (…) Estas propuestas aún no se han hecho”, aseguró el ejecutivo comunitario en un comunicado tras el encuentro en Luxemburgo.
El gobierno británico explicó por su parte que ambos líderes coincidieron este lunes en la necesidad de “intensificar” los contactos en busca de un acuerdo de divorcio a 45 días del Brexit. “Pronto se celebrarán reuniones diarias” entre ambas partes, agregó.
Después que el Parlamento británico rechazara en tres ocasiones el acuerdo de divorcio en parte por la conocida como ‘salvaguarda irlandesa’ (backstop), obligando a Theresa May a dimitir como primera ministra británica, su sucesor desde julio avisó que quiere su retirada para apoyar un pacto.
Este mecanismo de último recurso acordado entre May y Bruselas prevé que, en caso de una retirada con acuerdo y mientras no se logre una opción mejor en el marco de una negociación comercial, el Reino Unido continúe dentro de una unión aduanera con la UE.
El objetivo es proteger los acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998 y mantener la integridad del mercado único europeo, así como la del mercado británico que una versión precedente de salvaguarda dañaba al incluir sólo en la unión aduanera a la provincia británica de Irlanda del Norte.
El titular de la Comisión expresó su disposición a trabajar las 24 horas del día con Londres, a medida que se acerca la fecha del Brexit prevista para el próximo 31 de octubre. Aunque su parlamento lo solicitó, Johnson es contrario a solicitar una nueva prórroga a la UE.
Casi un 52% de los votantes británicos apoyó el Brexit en un referéndum celebrado en junio de 2016, pero, tres años después Reino Unido sigue sin encontrar la manera de consumar el primer divorcio en la historia del proyecto europeo.