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Señor Director:
Familias y profesores suelen manifestar su preocupación por el uso desmedido de tecnología y redes sociales en niños y adolescentes. Lamentablemente, controlar su utilización no es sencillo. Aunque parezca fácil entender la necesidad de limitarla, su implementación es compleja. La única forma efectiva es a través de un compromiso transversal del Estado, la sociedad y toda la comunidad educativa, incluyendo a padres y familias, quienes también suelen ser adictos a la tecnología y ven en ella una forma fácil de mantener a los niños quietos. Si la restricción se impone de manera arbitraria, generará problemas, al igual que negar una droga a un adicto. Se debe diseñar un plan muy bien estructurado.
En este sentido, es crucial retrasar lo más posible el uso de la tecnología y fomentar la lectura en diversos contextos, como se ha evidenciado en niñas y niños expuestos a esta estrategia, quienes muestran un mayor gusto por los libros. Esto facilita posteriormente asumir la tecnología como un medio y no como un fin.
Si no se logró retrasar el uso tecnológico, la transición debe ser gradual y sistemática, como un programa de tratamiento de adicciones, con metas específicas y claras, avanzando paso a paso.
Para fomentar la lectura, se puede comenzar ofreciéndola en dispositivos tecnológicos bajo supervisión, y luego pasar a los libros. Reitero que debe existir un compromiso transversal para que esta estrategia sirva. Aunque algunos puedan pensar que es mejor exigir un cambio inmediato, eso realmente no funciona.
Dr. Emilio Sagredo Lillo
Académico investigador de Facultad de Educación USS