No es ningún secreto que las exportaciones son la clave del crecimiento económico de Ñuble, tanto las forestales como de alimentos, por nombrar a las principales, y si bien los resultados de los primeros ocho meses de 2020 muestran un positivo incremento de 18% respecto de igual período en 2019, la región está lejos aún de aprovechar todo su potencial agroalimentario. De hecho, el reporte enero-agosto muestra que la celulosa representó un 50% de los envíos, seguido de madera aserrada (9%) y tableros de madera 6%, mientras que berries frescos y congelados y harinas de cereales completan poco menos del 20%.
Uno de los factores que explica este aumento es la depuración de las estadísticas, pues muchas empresas que hasta hace muy poco identificaban a Biobío como región de origen, ahora están declarando a Ñuble como punto de salida de sus productos. Igualmente, en el actual contexto de pandemia, se constata una tendencia al alza en la demanda de productos saludables, frescos, orgánicos o libres de gluten. Incluso, según lo manifestado por ProChile, en algunos rubros la demanda supera la capacidad de producción local, lo que muestra claramente las posibilidades de crecimiento del sector en una región que tiene condiciones climáticas y de suelo ventajosas para convertirse en agroexportadora.
Ñuble cuenta, además, con una cultura agrícola, centros de enseñanza y de investigación y una variada oferta de servicios asociados. Ello ha favorecido el crecimiento del sector frutícola, que ha logrado acceder a importantes mercados del Hemisferio Norte, muchas veces sin barreras arancelarias, gracias a los numerosos acuerdos comerciales firmados por Chile.
Sin embargo, el aprovechamiento de este potencial está limitado por la deficiente infraestructura vial y de telecomunicaciones, por la alta concentración de los envíos en grandes empresas y por la escasa diversificación de la matriz exportadora que es dominada por productos de bajo valor agregado.
Además, las altas exigencias de calidad, fitosanitarias y de trazabilidad en los mercados imponen desafíos cada vez mayores, donde la rapidez para adaptarse no ha sido la óptima, lo que se observa, por ejemplo, en el combate de plagas o en la introducción de nueva genética.
Por su parte, las Pymes, que podrían ser un actor relevante en segmentos como los agroprocesados, los orgánicos, los gourmet y el comercio justo, se enfrentan a problemas como el acceso a financiamiento y limitaciones para establecer canales directos de comercialización con el exterior, temas donde el Estado no siempre llega a tiempo con el apoyo, pero que por sobre todo requieren una mayor cultura asociativa. Mientras ello no ocurra, será muy difícil avanzar.
Por ello, no es antojadizo decir que una vez superada la pandemia, y en la medida que Ñuble logre resolver los problemas estructurales de su economía -muchos de los cuales son también las limitantes para su internacionalización- podrá sumar más actores al desafío de exportar y así aprovechar su gran potencial.