Reforma política: expertos comparten el diagnóstico, más no el tipo de cambios
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A fines de noviembre, distintos sectores políticos del Senado acordaron un texto que busca terminar con la fragmentación de la representatividad. Así, plantearon en su propuesta un umbral de un 5% de los votos emitidos para que un partido elija a un parlamentario; una norma transitoria de un 4% solo para el 2025, y la pérdida del escaño por renuncia a la colectividad política, entre otras iniciativas.
Según el experto electoral, Rodrigo Landa la propuesta de reforma política presentada comienza con una descripción cronológica de las diversas modificaciones al sistema político efectuadas desde el gobierno del Presidente Ricardo Lagos.
“Estos fundamentos iniciales explican que el sistema político chileno es una estructura dinámica, que debe responder a los distintos momentos de la política nacional, siendo versátil y promoviendo la estabilidad. En ese sentido, hay consenso bastante transversal que si analizamos el comportamiento político de la última década, concluimos que se ha deteriorado la gobernabilidad del poder legislativo, con una alta fragmentación y grados de conflictividad, caudillismos que responden a intereses personales y una desafección de los partidos políticos como institución base del sistema democrático”, afirmó
Landa considera que, por un lado, “se trata de una propuesta que si bien no es integral, aborda un problema sustantivo y urgente de cambiar: la alta fragmentación y el estancamiento de las políticas públicas. Esto se agrava por la incompatibilidad de un sistema de gobierno presidencialista, con un congreso extraordinariamente fragmentado, que ha pasado de 7 partidos políticos con parlamentarios electos en 2013 a 25 partidos legalmente constituidos en la actualidad. El país no avanza y nadie responde por ello”, mencionó.
En segundo lugar, dijo, “no comparto las opiniones de quienes critican estos cambios, aduciendo una afectación de la representatividad. Los parlamentarios que han sido electos con el umbral del 1% no tienen mayor representatividad, salvo nichos muy específicos de la sociedad. El problema de la falta de representatividad no es de la reforma propuesta, sino del mapa actual del sistema político, que es lo que se pretende corregir. Por último, como es costumbre en muchas discusiones de la política nacional, en esta reforma van a colisionar los intereses particulares con el bien común. Resulta extraño que líderes que apoyaron el informe de la Comisión Experta constituida en el segundo proceso Constitucional, con reformas moderadas y acordadas transversalmente, hoy critiquen estos cambios por un tema de conveniencia, o porque está en riesgo su elección en 2025. Esa mirada cortoplacista y autorreferente, que tanto mal le ha hecho a nuestro país, lo único que logrará es seguir deteriorando la convivencia en torno a las políticas públicas más estructurales y a los problemas que demanda con urgencia la ciudadanía”, planteó.
En conclusión, sostuvo Landa, “la propuesta presentada es correcta al fijar un umbral del 5% de los votos válidamente emitidos a nivel nacional, para que los partidos puedan acceder a escaños, incorporando una norma transitoria que exige un 4% en la elección de 2025. Adicionalmente, es un proyecto que enfrenta directamente el discolaje, promoviendo la militancia y la transparencia ideológica de los representantes frente a una ciudadanía que los eligió por pensar de una u otra forma”, recalcó.
Tendencia a la improvisación legislativa
Para el Doctor en Administración y Política Pública, Cristian Quiroz, es necesario que se impulse una reforma “que contribuya a dar mayor gobernabilidad y soidez al sistema político de nuestro país. Ahora bien, hay elementos que desde el ordenamiento legal pueden tender a resolverse, pero otras falencias de los partidos políticos que no pasan por reformas jurídicas, sino que tienen que ver con la cultura partidaria, y eso es más profundo”, advirtió. Lo segundo, afirmó, tiene que ver con la oportunidad, “es decir, ¿Es el actual congreso incumbente el que debe fijar las reglas para ellos y otros competidores en la próxima elección? Se ha establecido en los últimos años una tendencia a la improvisación legislativa, con un modelo reactivo y sin una mirada de largo plazo. Ejemplo de esto fue el debate sobre el voto obligatorio. En definitiva, el ensayo y error, si pasan a ser permanentes, reviste un riesgo para el sistema político”, manifestó.
Según Quiroz, “los partidos son fundamentales en una democracia y partidos fuertes, estructurados, serios, probos y con legitimidad ciudadana son claves para el éxito de gobiernos y congresos.
Desde esa perspectiva, estimo que la alta fragmentación partidaria actual debilita el sistema y no asegura mejor ni mayor representación de sectores minoritarios. En la medida que es el Estado el que financia a los partidos, evidentemente que deben existir estándares mínimos de organización y funcionamiento, militacia, cuentas claras, programa, entre otros elementos que disminuyan el riesgo de contar con máquinas electorales que carecen de contenidos ideológicos y aspiran más bien a un financiamiento cada vez que hay campañas, con clara conciencia que no tienen posibilidad de tener candidaturas electas”, expresó.
Respecto de disminuir el número de parlamentarios, arguyó que “esto no debiese ser un fin en si mismo, y menos debatirlo con tanta frecuencia. El punto es qué representatividad deben tener los parlamentarios en función de la población. Por ejemplo, es bien raro que Ñuble tenga cinco diputados y dos senadores para un mismo territorio electoral, es decir, la circunscripción senatorial es la misma del distrito de diputadas y diputados, entonces la pregunta pasa no sólo por el número de parlamentarios, también por estructura de lo que se quiere representar”, afirmó.
En términos políticos, agregó, “las y los parlamentarios debiesen ser militantes de partidos que comparten una propuesta programática y que es validada por la sociedad a través del voto. Eso otorga seriedad y estabilidad, a diferencia de contar con independientes que se transforman en caudillos personalistas, con capacidad de negociación y habitualmente con una alta dosis de populismo, donde no existe el debate partidario y la necesidad de buscar acuerdos. Dicho eso, el proyecto de reforma propone que si un partido presenta un candidato, éste es electo y luego renuncia, debe perder su escaño, pero creo que se debe distinguir en los motivos de la renuncia. Por ejemplo no es lo mismo renunciar por razones meramente electorales que por discrepancias en materia de probidad. Otro punto es que en teoría, el congreso está integrado por bancadas partidarias, pero en la práctica, el electorado vota por personas, entonces son dos lógicas que no comparten el mismo objetivo. La renuncia al partido y su efecto de perder el cargo, para luego designar a un nuevo parlamentario ¿A quién perjudica o beneficia? La respuesta será distinta según respondan los partidos o la ciudadanía. Pero el debate debe darse”, argumentó.
Quiroz sostuvo que sería lamentable que con esta reforma, se volviera a una especie de sistema binominal encubierto.
“El sistema proporcional, con partidos sólidos y serios, con alianzas políticas estables y no sólo circunstanciales y meramente electorales, puede entregar incluso mayor estabilidad que el sistema binominal que excluía a sectores relevantes, y sobrerepresentaba a otros. El sistema debe ser capaz, además, de asegurar la representatividad, incluso con factores de corrección, por tanto, no es una contradicción; al contrario, debe integrar representatividad y gobernabilidad. En este punto, los partidos debiesen ser una suerte de paraguas que integre diversas miradas y demandas”, mencionó.
Llevando la actual propuesta a la elección de 2021, Quiroz advierte que al proponerse un umbral del 5% como mínimo para resultar electo, “eso habría dejado fuera de la Cámara de Diputadas y Diputados a los actuales representantes de Ñuble Felipe Camaño y Sara Concha”.
Sistema inclusivo, pero ordenado
“Chile requiere un sistema político que sea inclusivo, pero ordenado, programático y disciplinado”, afirmó la politóloga y académica de la UdeC, Jeanne Simon.
Lo ideal, afirmó, “es que el sistema electoral permita la elección de las y los candidatos que mejor representan a la población. Es decir, que las personas encuentren que los(las candidatos elegidos tienen suficiente legitimidad para representar la diversidad territorial e ideológica”.
Según Simon, no todo pasa por poner más exigencias.
“Más requisitos para conformar partidos políticos limita la cantidad de partidos, pero también limita la inclusión y la legitimidad. Disminuir el número de parlamentarios también limita la inclusión de distintas perspectivas. No motiva a las personas a participar”.
Poner el foco en cómo funcionan los partidos
El abogado y académico de la UdeC, Alfonso Henríquez, sostiene que existe cierto acuerdo en que una reforma al sistema político no solo es necesaria, sino que además resulta urgente.
“Sin embargo, es más dudoso aceptar que el proyecto que se dio a conocer hace algún tiempo, va en la dirección correcta. Por ejemplo, un diagnóstico más o menos compartido por ciertos actores, es que nuestro actual sistema no favorece la gobernabilidad. Esto tendría su origen en la proliferación de partidos y en el fraccionamiento y división de los conglomerados mas grandes”, explicó.
De esta forma, añadió, “el remedio propuesto sería establecer un umbral de representación, el cual, si no se alcanza, dejaría al partido en cuestión sin candidatos electos. La propuesta es interesante, y existen ejemplos en el derecho comparado, pero entraña algunos riesgos. Entre estos, por ejemplo, es que podría afectar la legitimidad del sistema, y volver más compleja una regulación que ya es difícil de entender para la mayoría de la población. Así, muchas personas podrían preguntarse por qué sus candidatos no resultaron triunfadores, a pesar de haber obtenido una alta votación individual. A esto se agrega un efecto territorial. Esto se explicaría por el hecho que un umbral como el propuesto, afectaría mas a los distritos o regiones de menor población, en beneficio de las zonas más densamente pobladas, sobre todo, de la Región Metropolitana”, argumentó.
Otro punto, advirtió, “es que la reforma propuesta no parece hacerse cargo del problema de los pactos electorales. Una idea que podría tener efectos positivos sería justamente prohibir los pactos y obligar a los partidos a que compitan de forma individual. Esto simplificaría el sistema, y desde el punto del votante, sería incluso más transparente, pues podría apreciar de forma más directa los efectos de su voto, el cual se diluye en cierto sentido, por la existencia de pactos”, manifestó.
Finalmente, planteó, “creo que la propuesta nace de un diagnóstico que quizás no es errado, pero sí que amplifica el real efecto que ha tenido el sistema proporcional. En este sentido, es probable que el principal problema que tenga nuestro modelo no sea tanto la proliferación de partidos, sino que la forma en cómo estos funcionan, unido a temas como el financiamiento de la política, o la existencia de candidaturas personalistas o identitarias. Esto implicaría establecer normas que apunten a mejorar la disciplina, exigir militancia -terminar con los independientes en listas de partidos-, abordar el problema del financiamiento electoral, o avanzar quizás hacia un sistema de listas cerradas y bloqueadas, entre otros”, mencionó.