Señor Director:
Un tercio de los alimentos producidos en el mundo no se utilizan. El 13% se pierde en la cosecha y la venta minorista y 17% en hogares, restaurantes y comercio. Esto se ha convertido en un problema a escala local y mundial, no solo desde el punto de vista medioambiental o económico, sino también social, debido a que, según datos de la ONU (2022), alrededor de 700 millones de personas padecen hambre.
Por tanto, si se lograsen recuperar o mejorar los sistemas alimentarios, transformándolos en sistemas más equitativos y resilientes, ese número se podría reducir y así combatir la hambruna a nivel global.
El 29 de septiembre de conmemoró el Día internacional sobre la pérdida y desperdicio de alimento. Este año tuvo el lema “Reducir la pérdida y el desperdicio alimentario: actuar para transformar los sistemas alimentarios”, buscando poner en primera línea la importancia de la participación y concienciación en la producción, procesamiento, transporte, consumo y gestión de los residuos alimentarios, así como generar estrategias y políticas públicas que aseguren la sostenibilidad de la alimentación para el presente y el futuro.
Debemos volver a respetar la alimentación, no solo como un bien económico, sino también desde la perspectiva del desarrollo social y humano. Una buena alimentación permite que las personas se desarrollen de forma óptima y logren su máximo potencial. Todos somos parte del sistema alimentario, por lo que debemos unirnos para lograr la transformación que el mundo necesita.
Bautista Espinoza E.
Académico de VcM de Nutrición y Dietética USS