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Red de ciclovías

No se puede concebir una ciudad sustentable sin una red de ciclovías robusta, de manera que la bicicleta represente efectivamente una alternativa atractiva de transporte para sus habitantes, ya sea como modo principal o complementario.

La intercomuna Chillán-Chillán Viejo, que aspira a ser una ciudad inteligente, con un sistema de transporte moderno, seguro, eficiente y sustentable, reúne condiciones inmejorables para el uso de la bicicleta, como su tamaño mediano o su planicie sin grandes accidentes geográficos.

En ese contexto, no sorprende que muchos opten por este medio de transporte, en desmedro de la locomoción colectiva -criticada por sus extensos tiempos de viaje- o del vehículo particular -menos eficiente y más contaminante-. El uso de la bicicleta para muchos constituye un ahorro, para otros, una forma de evitar los tacos o la búsqueda de estacionamiento y, para un número creciente, una apuesta por la calidad de vida, la salud y el medio ambiente.

Las ciclovías promueven la seguridad vial al separar a ciclistas y vehículos, fomentan hábitos de vida activos que mejoran la salud física y mental, y contribuyen a la sostenibilidad urbana al reducir la contaminación y el tráfico.

Lamentablemente, la red de ciclovías de Chillán no ofrece todavía una cobertura amplia de la ciudad, lo que obliga a los ciclistas a transitar por la calzada en tramos no menores, compartiendo espacio con los automóviles, asumiendo el riesgo de accidente que ello implica, e incluso, algunos utilizan la vereda, poniendo en riesgo a peatones.

En el Plan Maestro de Transporte Urbano de Chillán-Chillán Viejo, creado en 2012, en el que se definieron proyectos viales relevantes, como el mejoramiento de Alonso de Ercilla, Huambalí, Diagonal Las Termas y Vicente Méndez, entre otras, también se definió una red de más de 71 kilómetros de ciclovías, de los cuales, a la fecha, se han ejecutado 34, por lo que aún restan 37 kilómetros. Sin embargo, si se suman los casi 4 kilómetros de ciclovías de Huambalí y Diagonal Las Termas, ya en uso, la cifra llega a 38 kilómetros.

De las obras pendientes, 27,7% está en ejecución y un decepcionante 72,3% está en etapa de planificación y diseño, lo que revela, por un lado, el rezago de inversión en infraestructura que se acumuló por años, principalmente antes de la creación de la región y, por otro lado, los cambios en las prioridades presupuestarias en los años recientes.

En cuanto a los proyectos de ciclovías de gran extensión, su ejecución está supeditada a la concreción de obras viales definidas en el plan de vialidad urbana estructurante, como, por ejemplo, Alonso de Ercilla, Vicente Méndez y Andrés Bello, que no tienen fecha próxima de construcción.

Y si bien es deseable apurar el tranco, de manera de lograr en el corto plazo la materialización de la red concebida en 2012, también es importante actualizar este diseño, considerando las transformaciones urbanas, los recorridos del transporte público y la opinión de los vecinos, en particular de aquellos que se podrían ver afectados por el trazado de estas ciclovías, como ocurrió en avenida Argentina.

Avanzar hacia una ciudad más eficiente y sostenible supone contar con un sistema de transporte que responda a esos objetivos, y para ello es clave que existan las condiciones para que sus habitantes puedan apostar por un medio con tantas ventajas como la bicicleta, sin que ello signifique vivir una odisea.

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