Cuesta creer que Las Termas de Chillán y Las Trancas, dos de los destinos de montaña más valorados de Chile y América el Sur, no tengan un sistema de agua potable, condición mínima para una zona que reúne más de 3.600 camas registradas y una cifra indeterminada de hospedajes informales y segundas viviendas.
Resulta incomprensible que un destino que concentra en promedio un 80% de las pernoctaciones en la región, no cuente con un servicio tan básico como una red pública de agua, y para qué hablar del alcantarillado de aguas servidas, un tema que también conocen bastante en San Fabián, otra localidad que aspira a captar más turistas.
En ese sentido, cualquier apuesta por el desarrollo sustentable del sector turístico en la región chocará con un obstáculo insoslayable: la precaria infraestructura sanitaria de los principales destinos.
Y si bien en Cobquecura y Quillón se ha logrado avanzar en materia de agua potable y alcantarillado, en la zona costera la cobertura sigue siendo muy limitada. De hecho, hay varios estudios que coinciden en identificar a la variable sanitaria como uno de los nudos críticos para el desarrollo de dicho territorio y se requieren inversiones millonarias en obras de saneamiento.
Considerando esta debilidad, así como la necesidad de mejorar la calidad de vida en las zonas rurales, donde la megasequía de los últimos años ha reducido notablemente la disponibilidad de agua, desde que Ñuble es Región y puede decidir sobre un marco presupuestario anual de aproximadamente 60 mil millones de pesos, el Gobierno Regional ha priorizado la ejecución de proyectos de agua potable rural, como también la asignación de recursos de otros programas para ejecutar obras de agua potable, alcantarillado e infraestructura sanitaria.
Sin embargo, aún no es suficiente, pues el atraso es muy grande y las respuestas lerdas, pues se trata de proyectos técnicamente complejos y burocráticamente lentos. El mejor ejemplo es el proyecto de Las Trancas, el más emblemático de toda la región por su importancia económica y social, y que actualmente se encuentra en su primera etapa, de prefactibilidad, lo que lleva a estimar que para su concreción pueden transcurrir fácilmente 5 a 7 años más.
Pensar el desarrollo turístico exige una mirada integral del territorio, considerando todas las necesidades de los visitantes, como la buena calidad de los servicios y del equipamiento, una moderna red vial con señalética y mantención apropiada, conectividad digital, seguridad, una oferta diversificada y con valor agregado, y por supuesto, la infraestructura sanitaria, algo que debiera darse por descontado.
Es por ello que si Ñuble pretende realmente hacer del turismo uno sus ejes de desarrollo, será fundamental que el sector público y el privado sean capaces de trabajar en conjunto en un plan de largo plazo para la superación de aquellas debilidades que hoy constituyen un freno para el logro de ese objetivo, como es contar con agua potable y alcantarillado.