¿Cómo? ¿Hay una manera científica de decidir y adelantar el destino futuro que más quiero? ¿Mi cerebro puede determinarlo ahora? La respuesta es eminente neurocientífico que nos está visitando en el Congreso Futuro de este año (revisen su aporte en Internet), comprobó que el cerebro realiza nuestras predicciones sobre el mundo de forma constante. Es decir, determina antes lo que nos va suceder. Y es así porque desaprovechamos lo improbable, una energía libre para configurar y modelar lo que podría cambiar nuestro destino. Nuestras neuronas evitan la sorpresa o “energía libre” siempre que pueden. Con ello mejoran o corrigen continuamente las predicciones o posibilidades sobre lo que ocurra en el mundo, y -sobre todo- lo que nos ocurra en la vida.
Porque funcionamos con inferencias a priori, es decir de acuerdo a nuestros subjetivos datos o experiencias de base, nos anticipamos a las experiencias futuras las que tenderán a repetirse (profecía autocumplida), para luego -si los resultados son distintos a los esperados- ajustar nuestras predicciones de acuerdo a lo que vamos observando en la práctica.
El problema es que así, de a poco, a causa de los resultados más democráticamente corrientes que vemos, vamos descartando casi radicalmente lo que nunca nos apareció como vivencia (un gran amor, por ejemplo) y los vamos calificando como “imposibles”. En verdad, precisa Friston en sus investigaciones, “no es que al cerebro no les gusten las sorpresas, sino que en la medida que las evita, ahorra energía en su funcionamiento. Lo nuevo e inesperado obliga al cerebro a trabajar más y con mayor aplicación y foco”. Pero el tema entonces es que nos acostumbramos a la comodidad de esta tendencia, y así nos privamos de vivir lo improbable, lo que colocamos lejano, como algo utópico, un sueño fantástico para los otros y “no para personas comunes y silvestres como nosotros”.
Independiente del contenido de tus mejores metas futuras (las que debes escribir y definir con total sinceridad, desarrollando un plan de acción concreto, con alternativas para cada una
un impresionante “Sí”. Karl Friston, de ellas), te propongo cinco principios o reglas que más te asegurarán un esquema cerebral, un formateo básico, que te llevarán a cumplir los mejores resultados que ya existen en tu futuro. 1ro. Mantener la mente abierta, con actitud de asombro en todo; sé curioso evitando la enumeración prematura de razones que den por seguro algo, no dar por sentado ninguna base estadística: la desinformación no registrada puede más bella, más verdadera, más alta. 2do. Eliminar absolutamente la queja; no tener ningún asomo de sentir pena por sí mismo: tomar la vida tal como como vino y aceptar los eventos que lleguen sin ningún tipo de juicio. No luchar contra lo tóxico, lo malo, y sin acumular miedo enfocarse con perseverancia en lo que buscamos. 3do. Ser fiel y genuino contigo mismo, con el sentir propio de la conciencia del corazón, sentir que somos leales a nuestros principios, nunca aceptar un atajo comprometiendo nuestra moral. 4to. No te compares con otro, lo que sería fuente constante de amargura y resentimiento. Compárate con quien eras tú antes, valorando cada uno de tus avances y logros. 5to. Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no aquellas que más te convengan socialmente o que sean más populares en las redes sociales. Se trata de hacer pocas cosas pero que nos llenen el alma; pues en ellas, en esas tan sencillas, puedes ver simbolizadas tus experiencias.
Estas cinco orientaciones o reglas para vivir, son un verdadero antídoto al caos pues su práctica no solo anticipará nuestras experiencias sino que además vencerán lo ya conocido y más probable, ya que será como lanzar una red que atrapará la “energía libre” de la mejor posibilidad que todavía ronda por ahí, aleatoria y fugazmente, en nuestro cerebro. Como la actividad del cerebro es menor cuando hay elementos predecibles, requerimos un esfuerzo para abrirnos a lo inesperado. Por tanto, no odies la sorpresa ahorrando tacañamente energía, no cambies las predicciones de tus mejores sueños, da espacio a que lo improbable ocurra pues todo futuro, el mejor escenario que eres capaz de imaginar (por algo puedes imaginarlo), ese ya aguarda como posibilidad más que cierta para ti, justamente. No solo te lo digo yo, sino Mr. Friston.