Radiografía a las personas en situación de calle: 34,2 por ciento tiene discapacidad

El Censo 2024 revela que 21.750 personas viven en situación de calle en Chile, cifra que representa un 0,12% de la población contabilizada en el país.
Los resultados muestran que la Región Metropolitana, en congruencia con su densificación, concentró la mayor cantidad de personas en tal condición, 8.458.
Sin embargo, el resto de las regiones con mayor proporción de personas sin techo se ubican en la zona norte: en Tarapacá, el 0,51% de los censados están en situación de calle (1.894), en Arica y Parinacota es el 0,48% del total regional (1.184). Le siguen Antofagasta, con el 0,23% (1.477) y Atacama, con el 0,19% del total (578).
En el caso particular de la Región de Ñuble, se encuentra entre aquellas con menor presencia de este segmento de la población, ocupando el decimocuarto lugar en la tabla. De acuerdo al registro censal, existen 243 personas que carecen de vivienda fija, equivalente al 0,05% del total regional.
Del total de las personas sin alojamiento estable en el país, 2.021 provienen del extranjero, es decir, un 13,2%, cuya edad promedio es 31,5 años, siendo en su mayoría hombres (75%). De ellas, el 42,5% son venezolanos, el 21,4% colombianos y el 8% peruanos.
Las regiones con mayor concentración de migrantes habitando en la vía pública son Tarapacá (48%), Arica y Parinacota (26,65%), Antofagasta (19,4%) y Magallanes (15,6%). Ñuble está entre aquellos territorios con menor presencia de este grupo de la población, con 4,7% a nivel nacional.
El Censo también expone que 4.603 personas en situación calle padece algún tipo discapacidad, es decir, tener alguna dificultad para ver u oír, caminar o subir escaleras, recordar o concentrarse, realizar tareas de cuidado personal o hablar o comunicarse usando su idioma habitual. Se trata de un 29,8%, siendo en su mayoría varones (79,5%) en el ámbito nacional. La edad promedio de las PSC con discapacidad es de 31,5 años.
Ñuble, con 34,2% está entre las regiones con mayor proporción de PSC con discapacidad, superada por la región de O’ Higgins (40,6%), La Araucanía (38%) y Valparaíso (35,5%).
En la caracterización de las personas sin techo, existe una tasa de alfabetización menor que la población total del país, con cifras que se sitúan en 91,4% y 97,8%, respectivamente.
El promedio de años de escolaridad (de 18 años o más) es de 9 años, número inferior a los 12,1 años de las personas que no se encuentran en esta condición.
El 4,5% de las personas en situación de calle nunca asistió a la educación formal, porcentaje superior al registrado en la población que no se encuentra en situación de calle (3%).
En Ñuble, esta realidad no difiere del promedio nacional, siendo 9 los años que cursaron en las aulas.
En el ámbito nacional, 2.648 PSC se reconocen pertenecientes a un pueblo indígena u originario, equivalente al 17%. La edad promedio de ellas es de 46,8 años.
De los hombres en situación de calle, el 17,5% es o se considera pertenecientes a algún pueblo indígena u originario, a diferencia del 14,7% de las mujeres en situación de calle.
En la Región de Ñuble, 17,6% de los habitantes sin techo se identifica con raíces indígenas, siendo en mayor proporción en Aysén (38%), Magallanes (29,9%), Los Lagos y La Araucanía con un 25,4% respectivamente.
“Algunos son de buena familia”
Hace ocho años, esta población vulnerable movilizó la creación de la ONG “Apoyo y Esperanza” que les ha otorgado asistencia material y alimentación, gracias a donaciones particulares y subvenciones.
Su trabajo en terreno le ha permitido conocer de cerca esta realidad, construyendo confianzas que le han dado la posibilidad de indagar en la raíz de la problemática, lo que llevó a seres humanos a buscar refugio en la vía pública.
La presidenta de esta organización, no gubernamental y sin fines de lucro, Yasmín Atenas, ha logrado conocer parte de sus historias en los recorridos que realizan en Chillán.
Las inmediaciones del hospital Herminda Martín, calle Maipón con Avenida Argentina, Mercado, Av. Collín con O’Higgins, Vv. Brasil con Maipón y Purén con O’Higgins son los puntos visitados por los voluntarios para entregar una comida caliente a las personas sin techo, siendo a veces, la única ración nutritiva que reciben en la semana, ya que la mayoría de las veces comen pan o bien el dinero que consiguen lo destinan para sus vicios.
“Hay jóvenes que se nota que tienen educación y son de ‘buena familia’, porque es poco lo que te cuentan. A veces es porque se ponen rebeldes, se van de la casa y se quedan en la calle, es relativo. Tenemos personas que han tenido familia y todo, pero por temas de alcoholismo al final les gusta la calle porque no les gustan las reglas, no quieren cumplir, entonces, llegan a la calle”, relata.
Adultos mayores expulsados de sus hogares
Los casos que más consternan a la ONG son los adultos mayores que fueron despojados de sus bienes por familiares y cuya única salida es la calle.
“Esos casos son tristes. Muchas veces tienen casas y todo, y los hijos los han echado, les quitan sus casas, las pensiones, todo. Es impresionante. Te das cuenta, que hay gente que tiene ‘buena familia’, porque tú te fijas cómo hablan. Hay unos que andan limpiecitos, otros que son drogadictos, alcohólicos, y que realmente no tienen vuelta. O sea, es una variedad de perfiles. Tenemos un caso, un caballero que es músico y también él se quedó solo, empezó a beber y hoy tiene un alcoholismo súper alto y está en la calle. En el puente de O’Higgins con Collín, hay de todo, gente buena, mala, floja, gente con adicciones, de todo”, revela Yasmín.
En ese mundo de la calle, las edades de quienes pernoctan en ella, fluctúan entre los 18 y 70 años. Tal como reafirma el Censo, los varones prevalecen sobre las mujeres, la presencia extranjera es escasa y la población en sí ha decaído en el tiempo.
“Lo que más hay son hombres. Mujeres son muy pocas y generalmente ellas se cruzan con algunas de estas personas y las llevan a estos lugares. Hoy hay menos gente. Hay viejitos, que por la edad, el frío o por distintas razones, ya no están. (Respecto a extranjeros) No mucho, hay un par, pero hubo un tiempo, cuando fue esa migración grande, en el 2017 y 2018, sí había gente e incluso familias y bueno, después muchos se reubicaron, otros se fueron. Al final ya hoy no es tanto. Tenemos un par de migrantes”, detalla.
Yasmín comenta que, en el día, en general, deambulan por las calles, piden plata o limpian autos. Para muchos de ellos, la hospedería y los albergues no son una opción debido a las normativas propias de estos lugares que no son compatibles con el estilo de vida que acostumbran, por lo que deciden soportar las temperaturas extremas en la calle, aunque pongan en riesgo su vida.
“Hay mucha gente que está en la calle porque no quiere entrar a la hospedería, porque no los dejan entrar con alcohol, no los dejan entrar después de cierta hora, entonces, eso tampoco les gusta”, comenta.
“Botan sus pertenencias”
En la ONG lamentan lo que ocurre tras los operativos de limpieza o eliminación de rucos, ya que muchas veces desechan todo, incluidas las pertenencias básicas y esenciales, sobre todo para quienes tienen discapacidades o problemas de salud, lo que termina agudizando la vulnerabilidad de estas personas.
“Don Domingo, que estaba frente a la hospedería, estuvo mucho tiempo con un colchón ahí, y ahora llegaron las moteras y lo sacaron. Le botaron todas sus cosas al basurero. Hoy e está en la esquina, en la mañana durmiendo en el suelo. Imagínate el frío que hay y él tiene un problema de movilidad y otro. Es un caso súper extremo”, revela.
En sintonía con esa forma de vida y cuando las temperaturas bajan drásticamente, la ONG “Apoyo y Esperanza”, en un acto humanitario, les provee lo necesario para lidiar con el clima. “Nosotros compramos fardos de plumones usados en el norte, entonces, le pasamos un plumón y con eso se abrigan, pero muchos se calientan entre todos los que están en el puente, debajo prenden fuego y se calientan. Hay otros que buscan algún rincón (en el albergue), pero muchas veces porque no hay cupo u otras veces porque no quieren, por el hecho de que no los dejan entrar con alcohol ni después de cierta hora. Hay algunos que se portan mal y también los dejan afuera”, reconoce.
Las adicciones han sido un obstáculo que les ha impedido a algunos reinsertarse en la sociedad, a través de la educación o un trabajo. Los familiares, en algunas ocasiones, tampoco están dispuestos a convivir con ellos bajo esa condición, agudizándose la marginación.
“Cuando tienes una adicción y no tienes un círculo de apoyo para salir de eso, es muy difícil. Hay personas que tienen personalidades más débiles, entonces, para lograr salir de eso necesitan apoyo y no lo tienen. No quieren volver a la casa porque en la casa obviamente no los reciben, porque muchas veces son alcohólicos. Otras veces porque no quieren. Hay gente a la que le gusta estar en la calle. Es impresionante escucharlos, pero como que son libres”, dice.
Para esta organización no gubernamental, la realidad de las personas en situación de calle requiere un desafío multidimensional.
“Primero tienes que empezar a trabajar con las personas con sus adicciones. Empezar a hacer trabajo psicológico. Tienes que tener especialistas y lugares donde tenerlos, porque estas personas, si tú no las ayudas, solas no van a ir. Entonces, tal vez en algún momento hacer un catastro con la situación de cada persona y empezar como a hacer un seguimiento. Hay algunos que sí quieren salir, pero no tienen cómo, no tienen apoyo, no tienen dónde acudir. Hay gente que quiere trabajar, por lo tanto, se deben ayudar con una inserción, pero es un trabajo que requiere recursos”, propone.
Ayudas
Para abordar las necesidades de este segmento de la población, existen albergues y rutas de asistencia social y médica, en Chillán y San Carlos, por concentrar en estas comunas la mayor parte de las personas sin alojamiento fijo.
El Servicio de Salud Ñuble desarrolla desde hace nueve años la “Ruta Médica Calle”, a partir del 23 de junio hasta el próximo 13 de octubre.
Esta medida se concreta gracias al Plan Protege Calle, implementado por el Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Social y el Servicio de Salud Ñuble.
A través de su intervención, mediante un equipo multidisciplinario, han logrado conocer el estado de salud de estas personas y entregar las prestaciones necesarias.
“Durante estos más de dos meses de funcionamiento, los principales problemas de salud detectados en la población atendida en las comunas de Chillán y San Carlos han sido afecciones estomacales, enfermedades respiratorias, desde resfríos comunes hasta neumonías, además de contusiones y heridas que requieren curaciones”, precisa la directora del Servicio de Salud Ñuble, Elizabeth Abarca.
Los problemas de salud son abordados in situ y mediante derivaciones en caso de detectar una condición más compleja que requiera una atención más especializada.
“Es importante destacar que la Ruta Médica ofrece una atención de salud primaria, por lo que el equipo está preparado y coordinado para realizar las derivaciones que correspondan a la red asistencial. Ejemplo de ello es el llamado al SAMU, que en lo que va del año solo ha sido necesario en tres ocasiones. Asimismo, se coordinan derivaciones a la Atención Primaria de Salud(APS) en conjunto con los dispositivos de albergues y hospederías, contando con el apoyo de sus monitores para orientar a las y los usuarios y realizar el respectivo seguimiento”, explica la profesional.
La preocupación no solo está puesta en el problema en específico, sino en convocar a adherirse a tratamientos. “Un sello del trabajo de las y los profesionales que se despliegan en el territorio es la psicoeducación sobre la importancia de iniciar, continuar o retomar tratamientos médicos crónicos. Esto, considerando que muchas veces las personas atendidas refieren no tener vinculación con los centros de salud, consultan solo por una molestia específica y, además, se desplazan constantemente de un lugar a otro. Pese a ello, la orientación y el llamado a acercarse a la red asistencial constituye una prioridad”, informa.
Resalta que, hasta el miércoles 3 de septiembre de este año, se han realizado un total de 515 prestaciones, correspondiente a 255 personas atendidas, de las cuales 205 son hombres y 50 mujeres.
Durante la versión 2024, entregaron atención a 841 usuarios, lo que se tradujo en 1.271 prestaciones.
A fines de agosto se habilitó un albergue de emergencia, por 30 días, en Avenida O’Higgins N° 1290 de Chillán que suma a la red de estos recintos en la región que suman en total seis, cinco de ellos en Chillán y uno en San Carlos, que cuentan con 160 cupos más 20 adicionales.
Cada uno de estos recintos está habilitado para la atención de 20 personas, pero si la demanda es alta siempre existe la disponibilidad de aumentar sus cupos. Estos albergues son de funcionamiento 24/7 pudiendo los usuarios permanecer en ellos durante el día. Se entrega alimentación, abrigo, servicios básicos de higiene.
Estos establecimientos pertenecen al Plan Protege Calle del Ministerio de Desarrollo Social, que inyecta recursos para que diversas instituciones brinden la atención y otorguen intervención psicosocial.
“En estos espacios las personas en situación de calle no solo acceden a un alojamiento, abrigo, alimentación y servicios de higiene, sino más bien encuentran un espacio donde compartir con otras personas y un espacio de rehabilitación de la mano de profesionales y equipos especializados (psicólogos, trabajadores sociales) con años de trayectoria, como es el caso de la Corporación Padre Chango y la Corporación Sempiterno”, explicó la seremi de Desarrollo Social, Marta Carvajal.

