Señor Director:
Como era de esperar, el reconocimiento de Unesco a Loceras de Quinchamalí, ha motivado gozosas declaraciones que apuntan al baúl grande del orgullo regional. Pero las loceras tienen sobrados homenajes, diplomas, galvanos, y, sobre todo, promesas para conservar y desarrollar su noble oficio.
Me permito sugerir que nuestras autoridades, incluida la representación parlamentaria, consideren un bono de fomento de una cifra razonable para las 20 o 30 loceras más antiguas y productivas. El registro lo debe tener la Municipalidad de Chillán y tal vez Fondart. Con este aporte en dinero efectivo, podrían mejorar sus condiciones de trabajo y también auxiliar sus angustias económicas. Las mismas personalidades deberían abocarse a considerar su situación previsional.
Desde luego que hay otras cuántas acciones destinadas a promover esta artesanía en la aldea misma y en Chillán, para lo cual hemos propuesto instalar vitrinas de exhibición permanente en la gran galería del Teatro Municipal a la espera del Museo Regional en proyecto. Estudiosos y turistas llegarán estimulados por la Unesco a conocer este tesoro de valoración universal y ya sabemos con qué se encontrarán. Reiteramos la propuesta de instalar un gran quiosco en el centro para vender esa artesanía y otras creaciones culturales de Ñuble: Tallados, sombreros, mantas, bordados, libros, videos, grabaciones de grupos folclóricos, etc. Una última idea: poner el nombre de Práxedes Caro a la calle central de Quinchamalí con las respectivas señaléticas.
Son solo algunas ideas, puede haber mejores, el punto es actuar a la brevedad para que al amparo de Unesco pongamos a Quinchamalí en el lugar que hace rato debió estar.
Por nuestra parte, la revista Quinchamalí seguirá llevando su nombre y su obra por todo Chile y a unos cuántos puntos culturales del extranjero.
Alejandro Witker
Historiador