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Pueblos de indios en el corazón de Chillán

Cuando Ruiz de Gamboa levanta las empalizadas del futuro Chillán (1579-1580), lo hace en el Bajo del Chillán Viejo, en un territorio colmado de proto-mapuches y linajes, con una altísima densidad poblacional, opuestos a la invasión de su Wallmapu. Sin embargo, por razones de estrategia militar –política del Imperio Español, los invasores requerían del apoyo de algunos de ellos menos díscolos, con el propósito de información sobre el territorio, senderos, recursos naturales (oro, plata), mano de obra, servidumbre y mujeres por sobre todo. En razón de lo anterior, construyen todo un sistema defensivo para proteger poblado y campos productivos para abastecerse y para la Santísima Concepción, capital militar del Reyno.

La resistencia de los “núcleos duros indígenas”, que eran mayoritarios, los obligó a implementar una “línea de fortificaciones” especialmente en el camino real a Concepción, puesto que el macizo andino no era barrera infranqueable. Los fuertes eran empalizadas reforzadas, un estilo de guerra señorial ante la violencia indígena que no aceptaba el arraigamiento del invasor.

Así, en 1579, Ruiz de Gamboa construye un “ante-Chillán”, el fuerte de San Idelfonso. Al mismo tiempo, se erige el Fuerte de San Pedro de Ñuble, que, en 1601, agrupaba “cuarenta personas”, en tanto que en el 2º Chillán (1663) se levanta el Fuerte Quinchamalí, en tiempos de Alonso de Ribera (profesionalizó en ejército la hueste conquistadora), para defender a los indios coyuchenses y cordillera (¿amigos?). Avanzando el siglo XVII se levanta Rangelmo (bajo Itata) y Santa Ana, para defender el camino Real a Concepción.

Los relatos históricos hablan de “defender a algunos linajes indígenas”, lo cual indica que en los territorios ocupados por las fuerzas reales, existen también Pueblos de Indios Amigos”: Quinchamalí (una historia aparte); Huambalí (otra historia diferente); Changas (Cocharcas); Itihue (San Carlos); Quillenhue (San Nicolás); Roblería (Coihueco); Quinel; Ranquelcahue; Pirumahuida y Coelemu; todos en el Bajo Itata.

Estos poblados por linajes protomapuches estaban dispuestos a colaborar con el invasor, en momentos como traductores y auxiliares (yanaconas), para todos servicios domésticos y otros.

La particular presencia de “indios amigos” en la perifrontera de Chillán, demuestra una nueva reinterpretación del mito recurrente sobre la belicosidad total de los indígenas durante la conquista en el siglo XVII. La existencia de estos “Pueblos de indios Amigos” o también “indios de paz”, en convivencia con el español nos revelan un quiebre en el Wallmapu, más parecido a un “feudalismo indígena”, algunos de tales linajes habrían perdido sus vinculaciones con el linaje originario a cambio de algunas ventajas.

El gobernador Alonso de Ribera (1603) habló de ellos como “uno de gran valor más que de dos españoles, porque entran en quebradas, montes y ríos, sin escrúpulos”. De esta manera debían defenderlos (a coyunches) en el Laja, indios catirayes en Santa Juana de “toda gente belicosa acostumbrada al hurto”.

Sin embargo, en 1599 y en 1665, integran la “verdadera confederación de mapuches, cordilleras, pehuenches, chiquillanes, puelches, corsarios y a los esclavizados tomecos de Yumbel, para reducir a escombros el Chillán de Martín Ruiz de Gamboa. Eran “indios Amigos”, por un tiempo.

Marco Aurelio Reyes Coca
Historiador

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