Señor Director:
En Chile, más de la mitad de las mujeres que no trabajan lo hacen por razones vinculadas al cuidado familiar. Detrás de esa cifra hay talento, experiencia y potencial que el país no puede seguir desperdiciando. En ese contexto, el avance del proyecto de ley de sala cuna universal representa una oportunidad histórica para avanzar hacia una sociedad más equitativa, moderna y productiva.
La discusión que hoy se da en el Congreso aborda una deuda largamente diagnosticada: asegurar que madres, padres y cuidadores cuenten con apoyo real para conciliar trabajo y familia. El enfoque de corresponsabilidad y la ampliación del derecho, independiente del tamaño de la empresa o del tipo de contrato, son avances que merecen ser valorados.
Sin embargo, para que esta política sea efectiva y sostenible en el tiempo, también debe ser viable para las organizaciones. La ley debe proteger a las mujeres, pero sin generar incentivos que, por sus costos o complejidad administrativa, terminen afectando la contratación o la competitividad de las empresas, especialmente de las pequeñas y medianas. Diseñar políticas que equilibren ambos objetivos es un desafío propio de reformas de esta magnitud.
En este escenario, las capacidades públicas y privadas pueden complementarse. La experiencia de Chile en programas de entrega masiva de beneficios demuestra que, cuando existe colaboración y mecanismos adecuados, es posible asegurar trazabilidad, eficiencia y control, garantizando que los beneficios lleguen efectivamente a quienes corresponden.
Un sistema de sala cuna universal no solo es una política social justa que fortalece la educación en la primera infancia, sino también una decisión estratégica país que impulsa la participación laboral femenina, apoya a las familias y contribuye al desarrollo económico.
Gonzalo Silva
Gerente general de Edenred Chile




