En su primer discurso como Presidente de la República, el 11 de marzo, Gabriel Boric ratificó que impulsará el proyecto de reducción de la jornada laboral semanal de 45 a 40 horas, una iniciativa presentada en 2017 por las entonces diputadas comunistas Karol Cariola y Camila Vallejo. Y hoy vuelve a generar aprensiones entre distintos actores económicos y mucho entusiasmo entre los trabajadores que se verían beneficiados.
Pero el escenario no es el mismo. En el intertanto se produjo el estallido social, la convención constitucional, la pandemia, el cambio de gobierno y de la composición del congreso, y se enfrenta un sombrío escenario económico.
[bg_collapse view=”button-orange” color=”#4a4949″ expand_text=”Leer más” collapse_text=”Menos” inline_css=”width: 100%” ]Hace una semana, la ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo, afirmó que “las 40 horas es una de las reformas más importantes del programa de Gobierno. Ahí está la ministra del Trabajo, principalmente, a la cabeza de ese proyecto, porque es parte de su cartera. Ha establecido diálogo con distintos sectores”.
“Nosotros consideramos que lo que trabajamos durante el periodo legislativo que a mí me tocó liderar en esta materia fue una buena base, pero evidentemente hay que reforzarla, y eso implica acompañarlo de otras medidas. Entonces, eso es parte de la discusión que está teniendo la ministra del Trabajo con el ministro de Hacienda y de Economía, porque entendemos que hay que tener tratamientos distintos para reducir la jornada laboral respecto al tamaño de las empresas”, explicó.
Sin embargo, hay quienes sostienen que no es el momento económico adecuado, como el reconocido economista y académico de la Universidad de Chile, Ricardo Ffrench-Davis, quien apoyó a Boric durante la campaña. “De ninguna manera avanzaría ahora con el proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, lo dejaría para el final del gobierno. ¿Cuándo redujeron la jornada laboral los europeos? Cuando tenían tasas de desempleo de 2%”, dijo a La Tercera hace una semana.
Calidad de vida en Ñuble
En la región, según el Observatorio Laboral de Ñuble (OLÑ), a partir de los datos de la encuesta de empleo del INE, el total de ocupados en el trimestre móvil noviembre 2021 – enero 2022 totalizó 220.148 personas. De ellas, 128.698 (58,4%) poseen contrato de trabajo.
Asimismo, las personas ocupadas con jornada completa de 45 horas sumaron 75.730, es decir, el 34,4% del total de ocupados, que son precisamente quienes se verían beneficiados con esta medida.
El proyecto es valorado por el dirigente regional de la Central Unitaria de Trabajadores, Luis Sánchez, quien hizo hincapié en “el mejoramiento de la calidad de vida de miles de trabajadores”.
“Es una de las demandas que hemos planteado desde el mundo sindical, creemos que apunta por buen camino, precisamente por el tema familiar, con tantas horas ausentes los padres en las casas, se hace necesario poder estar más con los hijos y estar más atento a lo que hoy está sucediendo”, argumentó Sánchez.
El dirigente recordó que cuando se debatió la rebaja de la jornada semanal, de 48 a 45, también surgieron las críticas del mundo empresarial, “decían que iba a bajar la productividad, que iba a aumentar el desempleo, y al final no ocurrió eso, de hecho, se logró producir lo mismo; y con este tipo de medida nos vamos acercando a lo que hacen los países desarrollados, en Europa hay países que tienen jornada inferior a 40 horas y la productividad es muy buena, porque un trabajador que tiene sus horas de descanso, que está más tiempo con la familia, rinde mucho más que una persona extenuada por una larga jornada”.
Sánchez añadió que un trabajador promedio debe destinar casi dos horas diarias a transportarse hacia su lugar de trabajo. “Un chillanejo que vive en Río Viejo y que toma la micro en la mañana, se demora cerca de 40 minutos, sin taco, en llegar al centro, y para llegar al barrio industrial, en el acceso norte, son 50 minutos a una hora”, ejemplificó, “y ahí se pierde la posibilidad de estar con la familia, de tener descansos adecuados y los trabajadores se van agotando, se desaniman y se producen bajas en la productividad”.
“La implementación debiera ser de forma inmediata, sin gradualidad: se disminuye una hora diaria de lunes a viernes. Muchas veces las jornadas tienen horas muertas. Si logramos optimizar los tiempos, una jornada de 40 horas es absolutamente justificable”, expuso.
En el caso de las Pymes, Sánchez planteó que se pueden adecuar los turnos o los horarios de funcionamiento, de manera que esta medida no signifique un aumento en los costos.
Mayores costos
En el mundo empresarial saben que la medida implica un aumento real del costo de la mano de obra.
Alejandro Lama, presidente de la Cámara de Comercio, Industria, Turismo y Servicios de Chillán, afirmó que “esta medida va a golpear a algunos sectores de la industria. Por ejemplo, quienes atienden público en oficina perfectamente pueden adaptar los horarios y soportar una atención más concentrada, pero en la industria manufacturera, donde se requiere mano de obra, pensemos en un aserradero, por ejemplo, que trabaja las 24 horas, ya no logra con tres turnos mantener la línea de producción, entonces, ahí va a tener serios problemas para mantener ese nivel de producción. Seguramente algunos sectores van a tener que incrementar mano de obra y hoy existe la flexibilidad para contratar jornada parcial, lo que permitiría cubrir esas horas, lo que al final del día, es mayor costo”.
Consultado sobre la situación del sector comercio, el dirigente gremial manifestó que “una alternativa será acortar el horario de atención y lo otro es contratar personal adicional para tener un horario más extenso, pero convengamos que después del estallido social y la pandemia, el comercio ha funcionado con un horario más reducido que el habitual, el que veíamos antes hasta las 20.00 horas, en cambio hoy, a las 18.00 ó 19.00 horas estamos viendo muchos comercios cerrados. Entonces, el comercio tradicional de vitrina, ya no tiene la extensión horaria de antes, por lo que no enfrentaría una complicación mayor”.
Respecto a la implementación de la medida, en el caso de ser aprobada, Lama planteó que las empresas pequeñas debieran tener un trato diferenciado, considerando que para las medianas y grandes es más viable asumir el mayor costo laboral. En cuanto a la gradualidad, el líder empresarial advirtió que esa decisión tiene un componente político, porque “no se verá bien con todas las expectativas que hay de parte de los trabajadores”.
Gradualidad
El académico de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad de Concepción sede Chillán (EAN UdeC), Carlos Delgado, sostuvo que “desde un punto de vista económico, el tiempo de los individuos se puede dividir en horas de trabajo y de ocio. A mayor ocio, las personas tienden a elevar su nivel de consumo, lo cual estimula el crecimiento de la actividad económica. Considero que es apropiado para Chile avanzar responsablemente en una reducción de la jornada laboral semanal con un enfoque de gradualidad, aumentos de la productividad laboral y adaptación efectiva de cada sector de actividad”.
Sin embargo, Delgado advirtió que “actualmente, implementar una reducción de 45 a 40 horas de la jornada laboral no es apropiado dadas las actuales condiciones. Existen varios sectores que aún se encuentran en proceso de recuperación producto de la pandemia, además de una desaceleración en el crecimiento económico de Chile, junto a mayor inflación e incertidumbre debido a factores externos de carácter bélico. No obstante, se puede comenzar con crear una comisión técnica que analice dicha temática y proponga una política de carácter gradual”.
El ingeniero comercial y magíster en economía aplicada aclaró que “esta medida se traduce en un aumento del salario nominal por hora, y en consecuencia, un mayor costo laboral para las Pymes de Ñuble. En caso de implementarse inmediatamente la medida, las Pymes enfrentarían problemas de competitividad en el mercado. En caso de optar por un camino gradual, las Pymes podrían adaptar su gestión operativa para aumentar su productividad y reorientar aspectos logísticos. Cada sector tendría que adaptarse de forma diferente, por lo que podría ser necesario dirigir ayudas focalizadas por parte del Estado”.
Modernización
Para el psicólogo Marcelo Oliva, magíster en desarrollo organizacional y gestión de recursos humanos y académico de la EAN UdeC, “más que estar de acuerdo o no con reducir por ley la jornada laboral, hay que analizar dos frentes que me parecen muy relevantes. El primero tiene relación con que si los fundamentos que la sustentan y la evidencia comparada con este tipo de iniciativas son válidas. Chile actualmente está muy por sobre los países de la OCDE en cantidad de horas trabajadas en promedio (cerca de 2.000 horas anuales, en el top 10) y los niveles de productividad no tienen relación con tal cantidad de horas, ya que el PIB per cápita bordea los US$ 16.000. Los datos nos muestran que en otros países más desarrollados pueden llegar a triplicar esa productividad con menos de 1.500 horas de trabajo; todo hace pensar que es un problema de tipo cultural”.
El consultor en gestión organizacional indicó que “en el proyecto de ley se argumenta que reducir la jornada busca mayor calidad de vida, mejor salud mental y tiempo con la familia y el ocio, lo que es bastante cierto en un porcentaje de la población. La dificultad está en que reducir la jornada puede traducirse en una disminución del salario e incentivará a un número no menor de personas a buscar otros empleos free lance o tiempo parcial, buscar un emprendimiento o trabajar esas horas en formato de horas extra para no ver mermados sus ingresos, lo que sería, probablemente un efecto adverso al que se quiere”.
“El segundo frente a observar -continuó Oliva- es la tendencia de los países emergentes y desarrollados a implementar mejores prácticas en gestión de personas, por lo que reducir las horas va en el camino de la modernización, de poner en el centro a las personas y de humanizar el trabajo. Ahora bien, todos estos elementos deben ir acompañados por un cambio organizacional relevante, es decir, trabajar 40 horas va a implicar tecnologizar la gestión, preparar a las personas, promover nuevos estilos de liderazgo, fomentar la confianza y la comunicación al interior de los equipos, fortalecer nuevos beneficios y prestaciones y, sobre todo, alinear a los trabajadores con la estrategia de la empresa para acelerar la consecución de los objetivos en menor tiempo”.
Recordó que, en 2005, cuando cambió de 48 a 45 horas, “existió un aumento en la productividad y fue sostenido durante 15 años, pero la evidencia comparada indica que no basta con la reducción, sino con la implementación conjunta de otras medidas: transformación digital, capacitación de personas, entre otros beneficios”.
Con esto, el experto concluyó que “los beneficios son superiores, debido principalmente a la gradualidad de su implementación (a 5 años), eso implicará el acomodo de todos los sectores productivos y la creación de estrategias creativas que permitirán a las empresas adaptarse a las nuevas circunstancias, como lo han hecho a lo largo de su historia con diferentes cambios, como por ejemplo, lo ocurrido con el trabajo y la pandemia, ya que en cierta medida un buen porcentaje logró sortear la crisis e incluso salir fortalecidas”.
Consultado por la limitación de la medida a quienes tienen jornada de 45 horas, es decir, un tercio de los ocupados, Marcelo Oliva reconoció que “efectivamente, existen otras alternativas para que los beneficios que se busca obtener sean lo más transversales posible. El teletrabajo podría ser una alternativa viable, el trabajo híbrido, la flexibilidad horaria, el trabajo 4×3, el aumento de las vacaciones, entre otras, podrían ser alternativas plausibles. El foco debe ser la universalidad para no generar un efecto discriminatorio de base”.
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