Señor Director:
A escasos días de llevarse a efecto uno de los actos cívicos de mayor trascendencia de las últimas décadas, vengo a compartir mí justificada inquietud respecto de tres aspectos del Servel que me parecen centrales. El primero dice relación, a mi juicio, con la innecesaria modificación de locales y mesas cuando se trata del único acto que tiene carácter obligatorio. Quizás, para evitar los problemas que ya se conocen, y otros que seguramente aparecerán, el servicio electoral debió haber esperado un momento más propicio, tal vez un acto cuyo sufragio fuese voluntario.
El segundo aspecto tiene que ver con la debida transparencia del proceso pues de la filtración de datos registrada en abril 2022, información protegida por ley, no se conoce si hubo o no responsables y qué medidas fueron adoptadas; hasta este momento pareciera que nada sucedió. Estimo que aún no tenemos claridad acerca del verdadero alcance que pudiera tener, o haber tenido, dicha filtración. Lo propio acontece con las 20.000 firmas de la autodenominada Lista del Pueblo, validadas ante un notario fallecido en agosto 2021.
Finalmente, una preocupación mayor de la contingencia. Así como los vocales de mesas se suceden cada cierto tiempo creo procedente, por las naturales sensibilidades propias del momento, que el Servel se refiriera al personal que trabaja en cada local de votación pues, en algunos casos, por décadas, se ven los mismos rostros.Por mucho tiempo del Servel solo se escuchaban loas, sin embargo, hoy la opinión pública conoce situacionescomo las reseñadas, que sugieren una mayor rigurosidad para mantener y profundizar la credibilidad institucional ante la profunda importancia que este servicio tiene para la democracia.
Arturo Hidalgo Badilla
