Señor Director:
Cuando empezó esta historia, nos enfrentamos a la desinformación y a la ignorancia en forma de noticias falsas, desde el estallido social, pasando por el primer apruebo y la elección presidencial. Sus creadores eran think tanks de ultraderecha, youtubers cuarentones desde la casa de sus padres, tuiteros con veinte perfiles y las infaltables autoridades políticas y dirigentes de partidos que, haciendo gala del dinero para asesorías especializadas, nos convencieron que eran fondos malgastados. Festinaron con cada tropiezo que daba el democrático proceso, exageraron errores pero por sobre todo, cuando el ambiente estaba más tranquilo de lo normal, simplemente inventaron con que estorbar y dañar el proceso constitucional que, estoico, continuaba en cada jornada cumpliendo el calendario con apreciable determinación.
Finalmente, eso queda en el pasado, el trabajo de una convención realmente representativa del país, ha terminado. Representativa pues, efectivamente pareciera que todo Chile estaba ahí: el grupo mateo, les revolucionaries, los recatados, los religiosos, las feministas, los chantas, los fariseos, los ignorantes, las minorías, etc. Las audiencias en sala eran lo más cercano que pudimos apreciar de ver a nuestro pueblo, discutir las normas fundamentales del futuro.
El fruto del trabajo de tal órgano ya es palpable, verificable y seriamente debatible, ya no hay espacio para la mentira y la desinformación, todas, todos y todes no solo podemos leer el borrador y además compararlo con la actual Constitución. No hay excusas para mencionar una norma incorrectamente, citarla mal o la tergiversarla a propósito, porque somos capaces de verificar su contenido a diario y enfrentarnos con las capacidades de nuestro intelecto a la de otros con dudosas intenciones.
Esa gente que tiene el interés privado por sobre el público, ahora no podrá criticar la forma, se les acabó ese espacio, desde este momento las personas interesadas en el futuro del país conversaremos sobre el fondo y como dice el meme: ya se divirtieron los niños, ahora le toca a les grandes.
Carlos Muñoz Lecerf
Abogado y Contador
