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Señor Director:
Recientemente el senador Manuel José Ossandón, muy fiel a su estilo, ha levantado una polvareda absolutamente innecesaria respecto a los comicios por el sillón edilicio de la comuna de Puente Alto, donde por un lado están las legítimas aspiraciones de su sobrino, Felipe Ossandón, y por el otro una política de fuste y trayectoria como es el caso de la Dra. Karla Rubilar.
Lo que no se entiende es que, a todas luces y con un máximo de objetividad política, es evidente que la mejor carta de la derecha para ganar en Puente Alto es la de Rubilar, una mujer con trayectoria política, con calle y que entiende muy bien el mundo popular. Una política que ha ocupado cargos de enorme relevancia y que cuenta con el liderazgo no sólo para hacer una gestión comunal de excelencia, sino también mantener un bastión clave para el sector y que la izquierda ansía con fervor.
Por lo mismo no se entiende el afán de un senador, con trayectoria y tonelaje, como es el caso de Ossandón que arme una polémica absolutamente innecesaria por cuestiones de ego, por su eterna rivalidad con el ex presidente Piñera u otros. Lo que se esperaría de un político como Ossandón es sensatez, generosidad y hacer política pensando en el bien del país, de las personas, de las vecinas y vecinos, y no buscar la satisfacción de gustos personales por simple pataleta. Parece más un principiante en política que lo único que busca es figurar, sin medir ni las consecuencias de sus acciones ni pensar en el bien del país obviando una cuestión básica de la política: toda acción tiene repercusiones y consecuencias.
Rodrigo Durán Guzmán