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Un gobierno no solo se evalúa por su capacidad de llevar adelante su programa, sino que también por la forma en que resuelve los imponderables que se presentan y su habilidad para sortear escenarios complejos. Desde esta perspectiva, se podría decir que en los dos años que se cumplen de la administración del Presidente Boric, la ciudadanía cree que hay más sombras que luces.
La segunda encuesta Cadem de marzo, basada precisamente en la evaluación de los dos primeros años de Gobierno, muestra que el 57% población considera que en esta primera mitad de administración el país ha retrocedido, especialmente las personas entre 35 y 54 años (67%), y los habitantes de regiones (60%).
El aumento de la inseguridad a la par de delitos violentos de alta connotación pública, el problema migratorio, un persistente desempleo y episodios de corrupción, explican en buena parte esa evaluación negativa.
Lamentablemente, reformas que fueron concebidas con fines plausibles, como la tributaria y previsional, se han visto enfrentadas a una dura oposición que hace valer su mayoría en el Congreso para defender sus intereses o torpedear la agenda oficial, pero también a problemas en el diseño, a errores políticos y a tensiones ideológicas internas que han terminado por enredar al propio gobierno y a confundir a la opinión pública.
En lo económico, coinciden analistas nacionales e internacionales, este Gobierno ha debido enfrentar un escenario externo muy complejo y ha tenido un buen desempeño en lo macro. Pero la gran incertidumbre generada por la influencia de sectores de la izquierda radical que componen la coalición oficialista, ha sido un factor que ha agudizado la caída de las tasas de inversión, lo que también ha sido clave en el nulo crecimiento del país y su consecuente efecto en el empleo, los salarios y la pobreza.
Otro elemento que no se puede omitir, y que ha horadado la credibilidad del Gobierno, es la crisis de confianza en las instituciones, como consecuencia de hechos de corrupción asociados a fundaciones vinculadas a partidos que lo respaldan. Es innegable que esto también ha impedido avanzar en aquellas transformaciones que requieren de un amplio consenso social.
Sin embargo, no sería justo omitir en este balance del primer tiempo del Gobierno del Presidente Boric avances como la ley de 40 horas, el incremento del sueldo mínimo, el royalty a la minería, el copago cero en salud, la estrategia nacional del litio, y la ley de violencia integral contra las mujeres, entre otras iniciativas.
Es de esperar que en los próximos años se siga avanzando en materia de transparencia pública y fortalecimiento de las entidades fiscalizadoras, igual que en planes y programas que contribuyan a una mayor equidad social, pero también en medidas que apunten a dar seguridad a los inversionistas, fomentar el emprendimiento y la actividad económica, porque después de todo, cualquier política social que se quiera impulsar requiere de ese esquivo crecimiento.
Evaluar el primer tiempo de este gobierno por sus acciones, más que por su torpeza política, parece ser lo más justo, puesto que de las primeras depende más el bienestar de la población.