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Prevención de incendios forestales

Se ha comprobado que el riesgo climático de incendios forestales está aumentando en todo el mundo debido al calentamiento global. Abundantes investigaciones científicas que incluyen análisis de datos de última generación con observaciones por satélite y modelos climáticos apuntan a un alza en el número de días con riesgo extremo de incendios.

En Ñuble, zona eminentemente agrícola-forestal, el calentamiento global, la modificación de vientos y temperaturas han aumentado el riesgo al doble y ya han causado grandes pérdidas económicas y ecológicas en años recientes.

Esta temporada estamos expuestos a iguales o peores condiciones. Las precipitaciones de primavera han contribuido a generar mayor combustible vegetal y las altas temperaturas que se han registrado posteriormente han secado la vegetación, haciendo que los paisajes en toda la región sean más inflamables, aumentando así la probabilidad de que se produzcan incendios.

Pero, en la práctica, no basta con la conjunción de factores climáticos para desatar el fuego. Se requiere, además, el factor humano.

“No es el calor, es la negligencia de las personas”, afirmaba esta semana el director regional de Conaf, Juan Salvador Ramírez, al dar cuenta de los 14 focos que debieron enfrentar los brigadistas durante el fin de semana en Ñuble, una cifra alarmante si se considera que en dos días se registró el 15% de los siniestros que ocurren en un año. De hecho, en lo que va del presente año el número de incendios supera en 77% la estadística del año pasado, a igual fecha.

El profesional apuntó a la vulnerabilidad que representan las parcelaciones, un fenómeno creciente en la región, pues explicó que los nuevos vecinos rurales muchas veces tienen conductas irresponsables, poniendo en riesgo a todo su entorno.

Detrás de cada uno de los incendios hay personas que los originaron. Negligencia o intencionalidad, finalmente el origen siempre es humano. Humanos son los que provocan atentados y actos de piromanía. Humana es también la práctica de quemar residuos agrícolas o basura en las cercanías a zonas con vegetación o acampar en zonas no habilitadas y descuidar las fogatas, lo mismo que la costumbre de postergar la limpieza de quebradas y zonas aledañas a poblaciones, reduciendo el combustible potencial en temporada alta.

Considerando el denominador común de la acción humana en el origen de los incendios forestales, hay aspectos que es fundamental tener en consideración. En primer lugar, enfrentar decididamente el factor humano, analizar las causas, perseguir a los culpables, educar a la población y estudiar las motivaciones detrás de la intencionalidad de muchos siniestros.

Igual de necesario es contar con una adecuada planificación del territorio, que permita la convivencia armónica de las distintas actividades, de manera de reducir los riesgos de desastres y conflictos. Allí se inscriben las actividades agropecuarias, forestales y el crecimiento habitacional en zonas rurales y de interfaz.

Finalmente, es clave afrontar este tema como un desafío de alcance regional que involucre a toda la ciudadanía, tanto de áreas urbanas como rurales. No se trata solo de combatir los incendios forestales, sino de evitar que se originen y ese objetivo, este verano, es tarea de todos.

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