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Polo de desarrollo de bioinsumos

El manejo fitosanitario y nutricional convencional que se utiliza en la agricultura a nivel mundial, está siendo fuertemente cuestionado por la utilización prolongada e intensiva de agroquímicos, provocando efectos negativos sobre la salud de las personas y animales, además de un deterioro del medio ambiente que amenaza la biodiversidad y los procesos ecológicos.

En Chile la situación es aún más compleja, debido a que el uso de agroquímicos es el doble que el promedio de los países de la OCDE, situándose como uno de los que más consume estos productos en su agricultura.

Dado este escenario y las mayores exigencias de los mercados internacionales, la agricultura exportadora de Chile y por cierto, de la región, ha debido transitar hacia prácticas más sustentables, en un proceso donde han participado instituciones públicas, la academia y empresas.

En 2023, el Ministerio de Agricultura, a través del INIA, impulsó la creación, en Chillán, de un centro nacional para el desarrollo de productos biológicos para el sector agropecuario, aprovechando la experiencia de los profesionales del Centro Tecnológico de Control Biológico de INIA Quilamapu, creadores de una oferta nacional de productos de origen microbiano.

Ciertamente, hay una necesidad estratégica, de hecho, está identificada en la Estrategia Nacional de Soberanía para la Seguridad Alimentaria, que apunta a enfrentar la creciente demanda por alimentos en un contexto de incertidumbre y volatilidad de los precios. Pero también hay una apuesta de futuro por la sustentabilidad ambiental y económica de la actividad agrícola, de cara a la utilización de bioinsumos no solo en el manejo agroecológico, orgánico o regenerativo, sino que, en toda la agricultura, una tendencia que cobra cada vez más fuerza y que arrastrará rápidamente a Chile, en virtud de su alta exposición a mercados desarrollados.

En cuanto a los productos biológicos en Chile, como biofungicidas y bioinsecticidas, se estima que su uso en los últimos cinco años se ha duplicado. Esta alza sostenida estaría impulsada por el aumento de la demanda por alimentos con menos pesticidas por parte de los consumidores, y por la aprobación de biocontroladores por parte de las autoridades competentes.

En ese contexto, Ñuble está llamada a convertirse en el principal polo de desarrollo de bioinsumos del país, puesto que goza de ventajas que pocas regiones podrían igualar, como una masa crítica de capital humano especializado en esta área específica; la presencia de centros de investigación y de enseñanza en ciencias agronómicas que son generadores de conocimiento y formadoras de capital humano, y que han desarrollado productos biológicos para el agro; la existencia de un grupo de pequeñas y medianas empresas de base tecnológica, que han creado, patentado y comercializado soluciones de este tipo; y la innegable vocación agrícola de la región de Ñuble, que tiene la particularidad de ser la cuna de los cultivos orgánicos y contar con muchos pequeños productores que siguen cultivando la tierra de manera natural.

Desde la perspectiva del impacto económico, esta industria verde, cuyas proyecciones de crecimiento siguen siendo auspiciosas, no solo mejorará la competitividad de los alimentos producidos en Ñuble, sino que también contribuiría a generar empleos de calidad.

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