Señor Director:
No recuerdo que otro premio mundial por la paz que otorga el Comité Noruego del Nobel haya tenido una significación política y humana como la que acaba de distinguirse a María Corina Machado, líder de la democracia venezolana.
Pocas veces se han reunido en una lideresa tantas virtudes: ingeniera de profesión, inteligente, culta, valiente y hermosa. Durante años ha resistido la dictadura, primero de Chávez y después de Maduro, jugándose la vida día a día hasta pasar a la clandestinidad, sin cesar de esforzarse por unir a la oposición y denunciar a la dictadura. Se le acaba de conceder el premio Nobel de la Paz, propuesto por más de 500 chilenos, con la primera firma del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y la recolección de firmas que lideraron Sergio Muñoz Ramírez y José Rodríguez Elizondo. Más de 500 profesionales, escritores, artistas, políticos, firmamos la propuesta y, por lo tanto, la gloria de este premio también tiene su correlato en Chile.
La heroína de esta historia se ha dado el tiempo para escribir cartas a Frei, Muñoz, Rodríguez, Soledad Alvear y Luis Riveros confirmando cómo se convirtió en un hecho de la política chilena, donde los que repudiamos todas las formas de dictadura, de izquierda o de derecha, mostramos cuánta firmeza tiene en Chile la democracia. Los demócratas chilenos logramos el premio Nobel de la Paz para la mujer más brillante de la actualidad política latinoamericana, y podemos celebrar que este premio habrá de contribuir al final del largo sufrimiento del pueblo venezolano. Un honor que una firma chillaneja haya estado junto a María Corina.
Alejandro Witker
