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El pasado lunes 1 de abril comenzó en toda la intercomuna de Chillán y Chillán Viejo un nuevo periodo de Gestión de Episodios Críticos (GEC) 2024, enfocado en reducir la contaminación existente en los meses más fríos del año.
El GEC, que está presente desde el 2016, se creó a partir del Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) decretado en Chillán ese mismo año, tras la declaración del Ministerio de Medio Ambiente que evaluó a la intercomuna y la catalogó como zona saturada por material particulado fino (MP 2.5) y respirable (MP 10), en el 2013. En resumen, el documento con el que se combate la polución intercomunal por consumo de biomasa cumple 8 años de vigencia y de aplicación.
Naturalmente, se necesitaba implementar un plan de descontaminación mediante un decreto, sin embargo, lo relevante más allá de la formalidad burocrática era que se cumplieran sus medidas, sobre todo las llamadas “estructurales”, como la aislación térmica de viviendas, el recambio de estufas, la ampliación de la oferta de leña seca y de calidad y un mecanismo para proyectar el comportamiento de la contaminación en la intercomuna.
Igualmente, la estrategia original consideraba medidas que involucraban también a otras entidades estatales, como la ampliación de áreas verdes y forestación urbana, el mejoramiento del transporte público para reducir el uso del automóvil particular, la implementación de calefacción distrital y la transformación de la matriz energética basada en la leña.
Por último, y ocupando un lugar relevante en la planeación, se contemplaban campañas de educación y fiscalización de la población, a fin de crear conciencia pública de que la solución a este problema está en manos de los propios chillanejos y chillanvejanos.
De todas ellas, la verdad es que las únicas que han operado con regularidad y pueden mostrar resultados es el recambio de calefactores y la aislación de viviendas, en menor grado. De otras hay muy poco que decir después de 8 años y de algunas prácticamente nada, como son forestación urbana y la calefacción distrital.
Incluso el recambio de estufas que es el “caballo de batalla” de la autoridades lleva menos de 50% de avance, lo que hace ver muy difícil el cumplimiento de la meta de 20 mil nuevos calefactores en 10 años. Recordemos que el PPDA tiene una duración de 10 años.
Es por lo anterior que es indispensable fortalecer la conciencia y colaboración de las autoridades y de la propia ciudadanía, y en dos años más, cuando esta política pública concluya su vigencia, continúen los esfuerzos por resolver este problema de salud pública que se agudiza cada invierno.
Es justo reconocer que en 8 años hay avances, como también es reconocer que detrás de ellos no solo están las medidas del PPDA, sino también condiciones climatológicas que han favorecido la ventilación de la ciudad.
De ahí la importancia de insistir en la educación ambiental y en la adopción de conductas limpias, más allá de la duración de una planeación ambiental de irregular cumplimiento.
Las políticas públicas pueden ayudar, pero siempre lo más importante será la voluntad de los chillanejos y chillanvejanos por hacer de la ciudad un ambiente limpio.