Señor Director:
Durante las últimas lluvias que se registraron en la zona centro y sur del país, los noticieros de televisión y las redes sociales se llenaron de imágenes con calles y pasos bajo nivel inundados.
El problema es que estos hechos no se debieron únicamente a causas naturales, sino también debido a los aluviones de basura y plásticos presentes en las orillas del río, lo que hizo colapsar su cauce. De hecho, autoridades del Ministerio de Obras Públicas estimaron que al menos 700 toneladas de escombros fueron retiradas a lo largo del río Mapocho en los trabajos de emergencia.
Hay más de un problema que podemos identificar en esta situación. El primero es la falta de conciencia de quienes utilizan los ríos como vertederos sin medir las consecuencias que esto puede traer al medio ambiente. Y otro factor importante tiene que ver con la composición misma de los escombros.
En este contexto, los bioplásticos se están convirtiendo en una alternativa sustentable al plástico convencional, con ventajas como poder ser reciclados en plantas cuyo sistema de enfriamiento sea a base de aire y no de agua. Además, disminuyen los riesgos de acumulación de basura y la dependencia de combustibles fósiles, gracias a que son fabricados a partir de fuentes renovables y son capaces de biodegradarse en un plazo que va desde los seis meses a los dos años.
Este potencial sustentable puede ser aprovechado de manera positiva por el sector privado especialmente hoy en día, cuando se habla con frecuencia del desarrollo empresarial sostenible, donde el eje ya no pasa sólo por la búsqueda de rentabilidad financiera, sino que se busca que la actividad corporativa cree impacto en tres dimensiones: social, económica y ambiental.
Ignacio Parada