Es ampliamente conocido el déficit de planificación que ha sufrido Chillán en las últimas décadas, privando a la ciudad, desde hace 5 años capital regional, de instrumentos rectores del territorio que consideren la necesidad de crecer, pero sin que ello signifique un deterioro de la calidad de vida de sus habitantes.
En esta materia el instrumento más importante es el Plan Regulador que, por distintas razones, no ha considerado un fenómeno cada vez más acentuado en la capital de Ñuble, como es el despoblamiento del centro.
El perímetro formado por las cuatro avenidas se ha transformado en un polo de servicios, lo que ha privilegiado la ocupación de inmuebles para el comercio y los servicios, desplazando la vocación habitacional hacia la periferia.
Este fenómeno ha presionado al alza el valor de los terrenos en dicho sector y ha forzado el crecimiento hacia la periferia, lo que en la práctica significa aumentar el tamaño de la ciudad en extensión, con las conocidas consecuencias en la movilidad y el transporte, pues la vialidad no ha ido a la par de esa expansión. De hecho, es absolutamente deficitaria.
Por razones de mercado, las constructoras privilegian el desarrollo de proyectos en los suburbios, donde el valor del suelo es más bajo y existen terrenos disponibles, mientras que el mayor costo de transporte lo asumen los habitantes.
De hecho, el Plan Regulador vigente da cuenta de esa presión de las inmobiliarias, al extender la superficie urbana, es decir factible de ser construida, en las zonas norte, oriente y poniente. Allí cientos de hectáreas ya son propiedad de las empresas del rubro.
Es por lo anterior que se requiere implementar un plan de recuperación del centro, donde la autoridad pueda complementar los incentivos que provienen del mercado. El proyecto Paseo Los Héroes, por ejemplo, simboliza no solo la renovación de la esquina 18 de Septiembre con Libertad,
colapsada por el terremoto de 2010, sino también la primera gran inversión en el cuadrante céntrico de la ciudad: 40 millones de dólares aproximadamente. Además, esta obra que está muy cerca de finalizar, marca una nueva etapa en lo que respecta a la construcción en altura, pues sus dos torres tendrán 70 metros y serán las más altas de Chillán y de la nueva región.
Pero como éste, decenas de otros proyectos podrían materializarse si existiera una política local para generar incentivos a las constructoras y a potenciales residentes.
En momentos en que se discuten la elaboración de un nuevo plan regulador, de un nuevo plan de desarrollo comunal y una actualización del Plan Maestro de Transporte, la recuperación y repoblamiento del centro no pueden estar ausentes, ya que permitirían reducir la presión por el uso de suelos en la periferia y el crecimiento en extensión, absorbiendo parte de la creciente demanda por viviendas en el segmento medio, y con ello frenando el creciente uso de las vías estructurantes y los tacos que a diario sufrimos los chillanejos.