Dentro de las críticas más comunes que los mismos chillanejos tienden a plantear respecto a sus ciudad destacan algunas como la congestión vehicular en aumento, la presencia de comercio ambulante ilegal en los espacios públicos, la falta de conectividad de algunos sectores que generalmente tienen una sola calle como entrada y salida; la falta de áreas verdes, el crecimiento periférico sin control ni planificación y el mal estado de veredas y calles, entre otros.
Todas estas situaciones – por cierto ninguna es falsa ni exagerada- también tienden a tener una explicación única: la ciudad ya cumplió un ciclo y no es capaz de dar respuesta a necesidades imposibles de haber sido previstas cuando se diseñó casi 200 años atrás.
Ante esto, la Municipalidad de Chillán decidió iniciar uno de los proyectos más ambiciosos en décadas como el de replantearse la ciudad, el uso de sus espacios, redefinir la manera en que los ciudadanos se relacionan con ella. Es así que se creó el comité Plan Bicentenario (PB) 2035, convocando a profesionales de la arquitectura y el urbanismo, historiadores, sociólogos, representantes del comercio, de la construcción, del mundo universitario, agricultores, de corporaciones deportivas, educacionales, artísticas, de competencias patrimoniales, de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos, del consejo de monumentos, políticos y de la prensa.
21 actores que cada martes se reúnen para debatir, proponer y planificar lo que esperan sea el Chillán del Bicentenario, una ciudad a la altura de lo que se le exige a una capital regional, a una capital del siglo XXI y una ciudad que aspira a estar dentro de las urbes más modernas del país.
Hay consensos y divergencias que requieren ser analizadas con mayor plenitud, como por ejemplo, la altura máxima permitida para las edificaciones, los límites de la locomoción colectiva, permitir o prohibir el tránsito vehicular en el casco comercial histórico o la generación de nuevas zonas comerciales y de servicios en la ciudad.
Pero si hay algo a lo que los 21 integrantes del comité parecieran tenerle algo más que recelo es a la “temida idiosincrasia” del chillanejo.
Dicen que lo critican todo (hasta lo bueno), que exigen mejoras pero no aceptan los cambios, que pese a que son amantes de la tecnología siguen siendo conservadores y muchos todavía con la mentalidad rural del siglo pasado.
Es por eso que, ya a partir de esta semana, cuando se comience a trabajar en el primer boceto de la imagen objetivo del Plan Bicentenario 2035, tras siete meses de reuniones, “comenzaremos a buscar diversas formas y métodos de convocar a la participación ciudadana. Nos interesa que la gente conozca lo que se está haciendo, que opine, que aporte antecedentes, ideas y nos diga qué espera de su ciudad para el futuro, no queremos hacer esto entre cuatro paredes, porque cuando las cosas se planifican así, está demostrado que no resulta”, apunta el arquitecto Miguel Ángel Pino, secretario general del proyecto y funcionario de Planificación de la Municipalidad de Chillán.
Entonces, el primer paso para generar esta participación ciudadana es, precisamente, que la gente sepa que este plan existe y LA DISCUSIÓN conversó con algunos de los integrantes del comité a fin de dar luces respecto a los ejes en los que podría basarse el moderno Chillán del Bicentenario.
Los ejes del Plan Bicentenario
A partir de la consultoría desarrollada a fines del 2021 por el equipo del doctor en Planificación Urbana, Marcelo J. Ramírez, se plantea un proceso inicial de análisis prospectivo sobre la base de la participación de actores sociales relevantes en la ciudad.
A partir de este análisis preliminar, se identificaron las principales ideas fuerza que debiesen ser atendidas en el pensando en el futuro para la ciudad de Chillán; surgiendo tres ejes iniciales de trabajo al cual se le agregó un cuarto a partir de la conformación de la Secretaría Ejecutiva del Plan Bicentenario, en agosto de 2022.
En este sentido, el Plan Bicentenario Chillán estará orientado a plantear estrategias, acciones y proyectos enmarcados dentro de los siguientes ejes:
Desarrollo e Inclusión Social: Es el ámbito propuesto para mejorar la habilidad, la oportunidad y la dignidad de las personas que se encuentran en desventaja debido a su identidad, para que puedan participar en la sociedad. (Fuente: Word Bank)
Desarrollo Urbano Sustentable: Es el ámbito responsable de transformar condiciones de sustentabilidad y de equidad a través de políticas, planes, proyectos y acciones de planificación urbano-regional, con una arquitectura de gobernanza basada en una amplia participación de la ciudadanía. (Fuente: Cedeus)
Revitalización de Patrimonio y Cultura: Es el ámbito encargado de promover la protección de la identidad cultural y el resguardo del patrimonio mediante la revitalización de espacios y elementos materiales e inmateriales con roles socioculturales, para fortalecer el sentido de pertenencia que generen cambios sustantivos en la vida social y cultural de la ciudad
Fomento Productivo e innovación: Este eje fue el último agregado. Es el ámbito responsable de incentivar la generación de unidades productivas formales, destinadas a satisfacer la demanda de bienes y servicios, para generar encadenamientos productivos de diversas escalas; mediante la aplicación de nuevas ideas, conceptos, productos, servicios y prácticas, con la intención de ser útiles para el incremento de la productividad y la competitividad.
Conforme a lo anterior es que esta instancia, creada por el alcalde, Camilo Benavente, concluye que “Chillán, como reciente capital regional de Ñuble, requiere elaborar una nueva visión colectiva de ciudad; donde, a partir del ejercicio eficiente de las políticas públicas, se entreguen condiciones favorables para el desarrollo económico, urbano y cultural de la ciudad, junto con mejorar la calidad de vida y bienestar social de toda la ciudadanía”, sugiere el jefe comunal.
Esta visión, de acuerdo a lo establecido en las bases del PB 2035, debe promover el sentido de pertenencia de sus habitantes en donde se sientan parte de esta construcción colectiva de ciudad; además de reflejar la identidad del territorio, recogiendo para ello las virtudes de lo que nos hace únicos como parte de esta comunidad. Para ello debe abordarse el desarrollo de la ciudad a diversas escalas, partiendo por los barrios hasta su influencia como ciudad en el contexto regional y nacional. En esta construcción deben estar incluidos los diversos actores de la sociedad, sean éstos del espectro público, privado y académico.
Los principales debates
Uno de los temas más discutidos por el comité es respecto al acontecer ciudadano que debería tener el casco central de la ciudad.
Algunos (la mayoría) plantea la necesidad de transformarla en un espacio eminentemente peatonal, con restricciones para el acceso de vehículos, los que en ningún caso podrán estacionarse a nivel de superficie, tal como ocurre ya en diversas ciudades de Europa como, por ejemplo, Londres, donde además, los vehículos particulares deben pagar una suerte de peaje por ingresar al radio comercial céntrico.
En consecuencia, se exigirá que los estacionamientos sean subterráneos o en altura, por lo que se prohibirá el uso de grandes superficies del damero central para playa de estacionamientos.
“Con esto, lo que buscamos es que el centro de la ciudad sea factible de recorrer a pie, que sea una ciudad cómoda y amplia; que se fomente el uso de la bicicleta y otros medios no motorizados. Tal vez que sólo la locomoción colectiva ingrese, pueda detenerse en sus paraderos pero no estacionarse”, comenta el historiador e intregrante del comité, Marco Aurelio Reyes, para quien el poder resaltar el concepto de Barrio Cívico es uno de los principales ejes de un Chillán a escala humana y moderno.
Graciela Suárez, orientadora familiar y exdirectora del Prodemu, secunda esta idea. “Yo ya soy adulto mayor y sé que las personas de mi generación como las personas más jóvenes quieren poder volver a caminar por el centro con confianza y comodidad. A los adultos mayores les aterra ir al centro, les aterra ir a la feria o al mercado, porque no se puede caminar debido a la congestión de personas, de autos, de comercio ambulante y todas esas situaciones que sólo son desorden”.
Con similares fundamentos, dice que siempre fue “de la idea de que el paseo peatonal incluyera a las calles 5 de Abril, Constitución y El Roble. El problema es que si empezamos a calcular votos, a hacer las cosas mal para asegurar elecciones vamos a caer en lo que pasó esa oportunidad, cuando los representantes de la locomoción colectiva pusieron el grito en el cielo y el paseo peatonal quedó reducido a dos cuadras”, añadió.
Es aquí donde aparece la idea de las “Macromanzanas”. Se propone que los vehículos particulares puedan circular sólo por algunas calles del centro –por ejemplo, cada tres calles- y dejar un área de nueve manzanas por cuyas calles interiores sólo puedan ingresar locomoción colectiva. Y si un auto particular lo hace debe ser para algo puntual como ir a dejar o buscar a alguien, a una velocidad no superior a los 20 kilómetros por hora y doblar en U en la primera esquina.
“Esas ideas ya han funcionado y se han aplicado en otras ciudades del mundo con éxito, pero que acá funcionen depende mucho de la voluntad política. No se puede andar dejando siempre todo a la opinión de toda las personas porque cada uno se inclina por lo que le conviene a título personal, no piensan como comunidad”, sostuvo Celso Monsalve, presidente del Colegio de Arquitectos.
Pero no todos están de acuerdo con esta idea. De hecho, en la Cámara de Comercio creen incluso necesario dejar que los autos puedan circular de nuevo por el Paseo Arauco y para el director de Planificación del Gobierno Regional, el arquitecto Claudio Martínez, “las macromanzanas en algunas partes terminan por hacer que esas zonas se terminen despoblando, ya que muchas veces el pequeño comerciante se ve perjudicado. Los autos, en mi opinión, llegaron para quedarse y en vez de sacarlos hay que buscar formas de que puedan coexistir con nosotros, como, por ejemplo, eliminando los estacionamientos a nivel de suelo. Pero hay que cuidar al pequeño comerciante, porque es quien le da vida al centro de una ciudad”.
Crecer en altura y nuevos centros
Otros de los temas donde tampoco hay consenso pleno es la altura de los edificios. Hay quienes proponen que éstos no deben tener límites; otros los sugieren de un máximo de ocho pisos y otros de no más de seis.
El debate es un subtema de uno mayor como la vivienda. Sí hay acuerdo en que si el centro cívico, social, comercial y de servicios seguirá siempre dentro del caso histórico del damero central, mientras más extensa la comuna, más necesidad habrá de llegar al centro en auto, por lo tanto, más congestión y contaminación.
“Es importante que la ciudad, en ese sentido, crezca verticalmente, pero se tienen que entregar opciones pensando en la calidad de vida de las personas, generando espacios armónicos y no edificios sin límite de altura que tampoco estarían en la línea de la arquitectura típica de Chillán y que es tan característica de corrientes como la Bauhaus y otras de los años 50 y 60”, apunta Celso Monsalve.
Por otro lado, se espera que surjan nuevos proyectos habitacionales en el centro, de manera que las personas puedan ir a sus trabajos, escuelas o a comprar caminando. “Pero también debemos detectar dónde están surgiendo nuevas zonas de comercio y servicios para poder potenciarlos. Por ejemplo, lo que pasa con la Puelchoteca, el nuevo Outlet Chillán, algunos strip center que están apareciendo lejos del centro y en su alrededor pueden aparecer farmacias, centros de salud, bancos y hasta nuevas delegaciones municipales, para que la gente viva en una ciudad de 15 minutos”, planteó Miguel Ángel Pino.
En el comité saben que es imposible que todo se haga en 15 años. Sin embargo, incluso los que postulan la creación de tranvías para el centro de Chillán, o un paseo peatonal que arranque desde Bulnes hasta Collín, saben que al menos pueden dejar listo el esqueleto; dejar la carta Gantt de una ciudad que en base a su propio diagnóstico puede alcanzar la modernidad a escala humana.
“Claro que parece quimérico, pero si a cualquiera le preguntaran cómo te gustaría que fuese Chillán, cómo es el Chillán que sueñan, la respuesta sería parecida a lo que acá se planifica. Acá el problema ni siquiera es la plaza, sino que la voluntad política real y superar la resistencia de los mismos de siempre que quieren que nada cambie, ni siquiera lo que ya no sirve”, cerró Graciela Fuentes.