Pesimismo económico y desempleo

La reducción de 1,2 puntos en la tasa de desempleo de Ñuble, en el trimestre junio-agosto, podría interpretarse como una señal alentadora, sin embargo, un 10,1% de desocupación -la más alta del país- sigue siendo el principal síntoma de la fragilidad del mercado laboral regional. Lo cierto es que la base de comparación, es decir, junio-agosto de 2024, corresponde a uno de los registros de desempleo más altos (11,3%) desde que existen registros .
Según el INE, se estima que en 12 meses se crearon 10.774 puestos de trabajo netos en la región, lo que constituye una buena noticia, particularmente porque tuvieron una alta incidencia los empleos asalariados formales. Entre los sectores que más aportaron destacan enseñanza, construcción, salud y alojamiento y servicio de comidas, así como también el servicio doméstico.
Lo preocupante, sin embargo, es el comportamiento de los sectores estratégicos donde se perdieron empleos, como el comercio, la agricultura, la industria manufacturera y transportes. Solo en el comercio hubo una destrucción neta de 6.570 puestos en 12 meses, lo que da cuenta de la lenta recuperación de un sector que ha sido afectado fuertemente por la caída real de los ingresos de los hogares ñublensinos, la inflación, el encarecimiento de la mano de obra, la competencia de los informales y por el pesimismo económico.
A nivel nacional, las encuestas aún muestran altos niveles de pesimismo económico, donde la inflación, la amenaza de la cesantía y las dificultades de acceso al crédito concentran las mayores preocupaciones.
El desempleo asoma como un fantasma para muchos y es una realidad palpable en la región, que afecta principalmente a mujeres, personas de más edad y menos recursos. Por otro lado, la inflación, aunque ya más controlada que hace dos años, sigue golpeando fuerte las expectativas y se traduce en pérdida de bienestar, mayor pobreza y baja probabilidad de tomar riesgos, como decisiones de inversión y de consumo.
El pesimismo también ha permeado a las pymes locales, más cautelosas al invertir y contratar, a la espera de un mejor escenario. Afectadas también por políticas públicas que han encarecido la mano de obra, como el alza del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y la reforma previsional, no sorprende que para muchos empresarios incorporar trabajadores sea visto como “una carga no menor”, según el presidente de la Cámara de Comercio de Chillán, Alejandro Lama.
Para algunos, las expectativas de un mejoramiento del entorno económico se posan en el próximo cambio de gobierno, aunque esa mirada es reduccionista, al no considerar las múltiples variables en la actividad económica y que no necesariamente se repiten en todas las regiones, por ejemplo, el cierre de aserraderos o la caída en la superficie de arándanos.
Para otros, será clave la ejecución de obras de infraestructura como motor del empleo a partir del próximo año. Los proyectos del MOP serán un aporte, pero no lo suficiente para dinamizar la economía y el empleo regional. En ese contexto, el anunciado recorte del presupuesto de 2026 para Ñuble también es una amenaza.
Los niveles de pesimismo económico no variarán significativamente si la región no es capaz de atraer inversiones que generen empleos de calidad, sin embargo, las inversiones que generan empleos de calidad no llegarán si Ñuble no avanza en superar su rezago de infraestructura habilitante para las inversiones: agua, energía y conectividad.