Tal como comenzó, se está terminando el mes de junio. Con lluvias. Lo que aparecía como algo impensado en medio de la sequía que afecta por años al país, se revirtió el sexto mes del año con precipitaciones que permitieron reducir en algo el déficit hídrico (a un 33 por ciento según el registro de ayer de la Dirección Meteorológica de Chile) y a acumular mucha nieve en la cordillera, donde en el caso de Ñuble, los Nevados registraron la semana pasada hasta 70 centímetros, lo que garantiza agua en los ríos y la temporada turística invernal.
[bg_collapse view=”button-orange” color=”#4a4949″ expand_text=”Leer más” collapse_text=”Menos” inline_css=”width: 100%” ]Este panorama, sin embargo, no es para cantar victoria. El invierno seguirá siendo frío y seco debido al fenómeno de la Niña.
Así lo advierte Raúl Orrego investigador y especialista en agroclimatología de INIA Quilamapu, quien se dedicó a analizar las precipitaciones de este mes.
El ingeniero y doctor en recursos naturales destacó que la nieve acumulada en la cordillera y en los volcanes Descabezado (Maule), Nevados de Chillán (Ñuble) y Antuco (Biobío), además del fin de abril lluvioso, hizo pensar a mucha gente que el año aparentaba tener “buena pinta”, ya que volvía a parecerse al otoño de antes; sin embargo “los datos duros nos hablan de otra realidad, pues hay que asumir que la condición seca es una nueva normalidad”, enfatizó.
En términos simples, el investigador explicó que estamos viviendo un año caracterizado por la presencia del fenómeno de la Niña que, aunque de baja intensidad, “ha sido particularmente extensa, proyectándose un extremadamente raro tercer año Niña consecutivo”.
Frío y seco desde Concepción al norte
“La condición Niña se asocia en otoño e invierno, más o menos de Concepción al norte, a una condición más seca y fría de lo normal, lo cual ha sido bastante exacto a lo observado”, sostuvo Raúl Orrego. “En efecto, el año ha sido más seco de lo normal, tendencia que solo se quebró con las lluvias recibidas a fines de abril”. Al respecto, aclaró que a mediados de junio aún existía un déficit anual de precipitaciones que oscilaba entre el 20 y el 30 % en la depresión intermedia del Maule (disminuye hacia la cordillera y costa), y en torno al 20 % en la depresión intermedia de Ñuble (también disminuye hacia la cordillera y la costa). “Solo en Biobío los valores están en torno a la normalidad”.
En lo concerniente a la temperatura, el investigador de INIA Quilamapu indicó que el frío fue importante en mayo, observándose temperaturas que fueron aproximadamente 1°C más bajas en promedio. Respecto de junio, Orrego sostuvo que comenzó con una “helada muy severa, que si bien fue muy intensa, no fue tan severa como las observadas en julio de 2007 en Ñuble y Maule”.
Consultado por la posibilidad de que las temperaturas bajo cero se repitan durante el invierno, el científico recalcó que “si bien se repite el patrón de que el evento ocurre en un año Niña (2007), no son esperables heladas de la misma intensidad y duración en un plazo cercano”.
Mejor que el anterior
Desde el punto de vista agrícola, Raúl Orrego destacó la nieve acumulada en la cordillera (a diferencia del año pasado) “aunque no en el volumen necesario en términos del agua almacenada, de hecho se tiene un déficit en torno a un 80 % respecto de lo observado históricamente”.
“Este año no se proyecta como lluvioso, sino como un año más que se suma a la megasequía. Será un año mejor que el anterior ciertamente, pero es importante tener los pies en la tierra. Las condiciones son las que tenemos y debemos aprender a que no queda más que adaptarse a ella”, sentenció Orrego.
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