Pesar por partida de reconocido empresario de las cecinas en Chillán

Este lunes Chillán despertó con la noticia de la partida del empresario Mario Villablanca, quien durante décadas fue el ancla de Cecinas Villablanca. Falleció a los 86 años de edad dejando un vasto legado cecinero de la mano de sus productos, trayectoria que le valió varios reconocimientos en vida como el de Hijo Ilustre de Chillán.
Desde distintos ámbitos de la vida cultura, social y gastronómica de la ciudad, las condolencias no se hicieron esperar. El alcalde Camilo Benavente expresó “con profundo pesar recibimos la noticia del fallecimiento de un hombre que dejó una huella imborrable en nuestra historia, no solo como empresario visionario al frente de Cecinas Villablanca, sino como un verdadero embajador de nuestras tradiciones y un pilar del desarrollo económico y cultural de nuestra ciudad”.
“Don Mario fue más que el continuador de un legado familiar: fue un constructor de identidad chillaneja. Con esfuerzo, humildad y un amor inmenso por esta tierra, levantó una marca que trascendió lo comercial, transformándose en un símbolo de orgullo para generaciones”, expresó el alcalde.
Desde la Unidad de Patrimonio, también se refirieron a la partida del empresario. “Con profundo pesar despedimos a don Mario Villablanca Villagrán, reconocido empresario local y figura fundamental en la historia gastronómica de nuestra ciudad. Dueño del tradicional local Cecinas Villablanca , fue parte de una herencia familiar centenaria que ha marcado la identidad de Chillán con sabor y tradición. A sus 86 años, don Mario seguía activo en el rubro que lo apasionaba, compartiendo su legado con sus hijas Marian, Fabiola y Pilar. En 2024 fue nombrado Hijo Ilustre de Chillán, un justo reconocimiento a una vida dedicada al trabajo, la familia y la historia viva de las longanizas”.
Una tradición
Hace casi un año, Mario Villablanca concedió su última entrevista a La Discusión y en esta recordó los inicios de la tradición cecinera. “El primero en producir las longanizas fue el patrón de mi papá, un francés llamado Francisco Chessnel y el contrincante era Eloy Serrano, de cecinas Serrano, Bengoa que es ahora. Ellos eran los que más vendían longanizas en Chillán. Había una pequeña rivalidad, pero sana, entre ambos productores. Mi papá luego se independizó cuando falleció Chessnel, se instaló en la Avenida Collín con su pequeña fabrica de cecinas. Tomé el cargo en 1958. En 1978, cuando falleció mi padre, heredé esta fábrica”, indicó.
“En ese tiempo se hacían longanizas, chuletas, costillar, tipos de jamón y después con el tiempo se fue dando el sabor de Villablanca por gusto y calidad. En esos años ya habían fabricas y hoy día calculo que hay al menos 50 en Chillán. Al principio teníamos que ir a la feria a comprar los chanchos, después llevarlos al matadero y luego elaborarlos en la fábrica. Hace muchos años atrás se vendían los cerdos en la calle. Pero ahora trabajamos con abastecedores que nos disponen de esta materia prima”, puntualizó el destacado empresario.