Señor Director:
¿Hasta qué punto Julio López Blanco, Pablo Honorato y Claudio Sánchez fueron cómplices pasivos de la Dictadura?. Hoy, después de muchos años, aún no hay juicio a los periodistas que facilitaron sus rostros para encubrir las atrocidades del régimen de Pinochet y engañar a la población. Al contrario, la hidalguía de Patricio Bañados, de negarse a leer falsedades y denunciar ante las cámaras, que esa información no era cierta.
El negocio de la prensa es controlado por grandes consorcios económicos, con líneas editoriales muy claras donde se priorizan ciertos contenidos sobre otros, de acuerdo a la coyuntura. No necesariamente caen en las fake news o la post verdad, pero es evidente que la línea editorial de algunos medios tiene una clara orientación política.
El código de ética del Colegio de Periodista declara en su artículo 1°: “Los periodistas están al servicio de la sociedad… En su quehacer profesional, el periodista se regirá por la veracidad como principio, entendida como la entrega de información responsable de los hechos”
Lamentablemente, este código solo afecta a los periodistas colegiados, quienes no forman parte del gremio, no están obligados y no reciben sanción por incumplir esta normativa.
Existe una debilidad en la calidad de la información que recibimos; concentración de los medios, periodismo subjetivo, irrelevancia, distracción. Es menester del lector hacer la crítica correcta a las fuentes y juzgar con propiedad, pero más importante aún es que los profesionales de la prensa hagan carne su código de ética, más allá de quién remunere su pluma.
Arthur Badilla Quiroz
Profesor de Historia y Administrador Público