Buena parte de las obras de infraestructura y los servicios que realizan las municipalidades se materializan por medio de licitaciones públicas, es decir, por medio de un trabajo conjunto de los sectores público y privado, representados por un lado, por el gobierno local y sus direcciones internas relacionadas con la materia específica, y por otro, por empresas o personas naturales.
En este esquema, común para todas las municipalidades del país, se encuentran los contratos de mantención de áreas verdes que en 95% de las ciudades del país están a cargo de privados. Chillán, en cambio, es parte de ese 5% de comunas donde la gestión está en manos de la administración local, en este caso no por convicción, sino por el término anticipado del contrato que el municipio mantenía con la empresa OHL, cuestionada por no cumplir con las bases licitadas.
El problema es que el remedio está resultando peor que la enfermedad, pues a cuatro meses de asumir este importante servicio, el municipio no solo ha sido incapaz de resolver los problemas que le costaron la salida a OHL, sino que ha descuidado a tal punto parques y plazas que en algunos sectores el daño será irreversible, como lo hemos podido constatar tras una serie de reportajes publicados en las últimas semanas.
Bien lo resumió la presidenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos, Cecilia Henríquez, después de recibir informes de líderes y lideresas vecinales de toda la ciudad: “Después de que costó tanto que las áreas verdes llegaran a los diferentes puntos de Chillán, es triste ver como se han dejado abandonadas. Ni siquiera es sectorial, ya es un deterioro generalizado”.
Son los costos de una cadena de errores que tiene diferentes actores, pero un protagonista exclusivo que es el municipio de Chillán, responsable del abandono que actualmente sufren parques y jardines porque no se preparó adecuadamente para reemplazar a OHL -como admitió el alcalde Zarzar el pasado lunes- y responsable también del porqué se llegó a esta lamentable situación. Recordemos que tres licitaciones fallidas, denuncias de cabildeo y tráfico de influencias precedieron el proceso que se ganó la empresa cesada en agosto y que hoy tiene una demanda por mil millones en contra la propia municipalidad. Peor, imposible.
En todo caso, que el problema es más profundo y supera este episodio en particular. Los problemas de coordinación, la ineficiencia de equipos técnicos, y las sospechas de falta de probidad, son todas cuestiones que no se resuelven con una nueva licitación o asumir por cuenta propia tan importante servicio para la comunidad.
Diferentes estudios y encuestas confirman que este tema está siempre entre las primeras preocupaciones de los chillanejos. Un “reclamo verde”, fuerte y claro, que la actual administración -que pronto cumplirá 12 años al frente de la ciudad- no supo oír.