El Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) para las comunas de Chillán y Chillán Viejo restringe el uso de leña para la calefacción durante los días decretados por el sistema predictivo como críticos. La etapa de limitaciones al consumo de la biomasa se extiende por un total de seis meses (entre abril y septiembre) y se aplica a viviendas, industrias y reparticiones públicas. Ante esta imposición y gracias a los subsidios para el recambio de calefactores, en los últimos cinco años más de 7 mil de hogares, empresas e instituciones del Estado han adquirido estufas a pellet o equipos de aire acondicionado, lo que merece destacarse más por el efecto ejemplarizador en la comunidad que por su impacto en los niveles de calidad del aire, pues la mayor parte de la ciudad sigue usando leña para calefaccionarse.
Sin duda, se trata del combustible más barato, el de uso más extendido a nivel local, pero también el responsable del 95% de la contaminación. Lamentablemente, los esfuerzos por mejorar el mercado de la leña han sido muy débiles, pese a que se dictó una normativa para su estandarización y comercialización. Y para cerrar el cuadro, la fiscalización es insuficiente -en personal y tecnología- para combatir el alto grado de informalidad que se sigue apreciando en el comercio del popular combustible y es una variable determinante para explicar los extremos episodios de saturación por humo que se registran todos los años, entre mediados de abril y fines de agosto principalmente.
Desde el punto de vista económico, el uso de leña representa la alternativa más factible para los habitantes de la capital regional, sin embargo, sus externalidades negativas son tantas y tan graves que sería muy positivo que el Gobierno que acaba de asumir y que promete una completa revisión del PDA local, no repitiera los errores de su antecesor, que apostó -sin éxito- solo a controlar la contaminación, cuando lo que realmente necesitamos es un plan para descontaminar la intercomuna.
Si lo que realmente se busca es tener una ciudad atmosféricamente limpia, se deben adoptar medidas que rompan el molde tradicional. La nueva autoridad ambiental ha prometido aborda el problema de fondo, que es el determinismo derivado de la inexistencia de opciones energéticas, pues mientras la comunidad no tenga otra alternativa factible y económica para hacer el recambio de combustible para su calefacción, no dejará la biomasa.
Las expectativas, entonces, están puestas en cuánta convicción tiene la actual administración de impulsar una política integral que permita la introducción de otras tecnologías para calefaccionar los hogares de Chillán y Chillán Viejo a un costo razonable y con estándares de calidad ambiental más elevados. En un tema de tanta trascendencia como éste, el nuevo Gobierno tiene la oportunidad de marcar diferencia respecto de administraciones anteriores. Seguiremos con atención el discurso, pero sobre todo sus acciones.