Un preocupante balance de la implementación de la principal medida contenida en el Plan de Descontaminación Ambiental (PDA) de la intercomuna Chillán-Chillán Viejo, consigna un informe de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, el cual fue elaborado para todo el país donde existe ese tipo de instrumento de política ambiental y que sitúa a la capital de Ñuble en los últimos lugares de cobertura en materia de recambio de calefactores.
El documento concluye que en las ciudades donde se aplica la estrategia estatal, se superará con largueza el plazo para instalar los calefactores comprometidos. La planificación estableció 10 años, sin embargo a este ritmo de inversiones anuales para adquirir equipos de combustión lenta de mejor tecnología, la cobertura de 143 mil estufas (incluidas las 20.000 de Chillán y Chillán Viejo) se completaría a nivel nacional recién en 27 años.
En el caso de Chillán, entre los años 2016 al 2018, solo se cambiaron 1.871 estufas, lo que impone de aquí en adelante una meta anual de 2.500 equipos por año, que al menos para el período 2019-2020 está cubierta, pues a principios de este año el Gobierno Regional de Ñuble entregó 4.000 millones para el recambio de 5 mil calefactores.
Pero no solo el déficit presupuestario es consignado en el estudio de la Dipres, sino también otros aspectos de este programa como es la eficiencia en la compra de los equipos y los procesos de postulación. En los primeros se advierte que el precio no se condice con el volumen de compra, de modo que se estarían desaprovechando recursos que permitirían aumentar la cobertura; mientras que en el segundo se alerta sobre una desfocalización de los reales beneficiarios, derivada de un proceso poco transparente que estaría beneficiando a postulantes con menores puntajes, en desmedro de otros que por vulnerabilidad económica o social deben ser prioridad.
Estos factores -de la que es considerada la principal medida estructural del PDA- deben ser corregidos con urgencia, pues no solo retrasan las metas anuales de descontaminación, sino que también están afectando la eficiencia y buen uso de los recursos públicos destinados a esta materia.
Relacionado con lo anterior, hay, además, un retraso evidente en la implementación de otras medidas estructurales, como la aislación térmica de viviendas, el aumento de la superficie de áreas verdes y la implementación de sistemas de calefacción distrital.
Además, es muy relevante que la autoridad no se cierre a otras iniciativas que puedan contribuir a reducir la contaminación, como impulsar el uso de otras fuentes energéticas para calefacción, como el gas natural, la electricidad y la energía solar, para lo cual deben converger otros factores de mercado.
Preocupa, no obstante, cierto grado de autocomplacencia de parte de las autoridades locales por los resultados de este año, que fueron mejores a 2018, pero no precisamente por el PDA, sino por cuestiones climáticas que por lo mismo son aleatorias y en nada garantizan un 2020 con mejor aire.
Por ello, es de esperar que el próximo año se observen cambios sustantivos no solo en la cantidad de recursos, sino también en la gestión de este instrumento que fue concebido como una política integral para enfrentar las deterioradas condiciones ambientales que sufrimos cada otoño e invierno.