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Señor Director:
La reciente postura del Partido Comunista chileno (PC) sobre Venezuela ha expuesto la fragilidad y dualidad en el gobierno de Gabriel Boric. La afirmación de Lautaro Carmona, líder del PC, de que tienen el “legítimo derecho a tener una distancia” con el Mandatario refleja una grieta que no puede ser ignorada. Se evidencian cinco complejidades:
Ambigüedad moral, pues el PC evita condenar el régimen de Maduro, a pesar del fraude evidente en las elecciones. Incompatibilidad ideológica dentro del gobierno, donde coexisten visiones opuestas respecto a los derechos humanos y la democracia. Uso de eufemismos, como cuando Alejandro Guillier describió a Venezuela como una “democracia fallida”, minimizando el sufrimiento de los venezolanos. Desgaste interno que debilita al gobierno y erosiona la confianza ciudadana en su capacidad para gobernar con coherencia. Decisión crucial: el PC debe elegir si apoya los principios democráticos o sigue siendo un aliado incómodo, comprometiendo la estabilidad política del gobierno.
En resumen, el Partido Comunista no puede seguir jugando a dos bandas, su ambivalencia es perjudicial para la coalición de gobierno y cuestiona su compromiso con los valores democráticos que Chile necesita reafirmar.
Claudio Lapostol Vargas