A propósito del dinámico contexto político que nos encontramos viviendo este año, en esta nueva elección municipal es más difícil encontrar candidatos y precandidatos a alcaldes y concejales que no tengan entre sus propuestas “fomentar la participación ciudadana”. Pero ¿qué ha decidido usted en su comuna entre la elección municipal de 1992 y la que tiene lugar en abril de este año?
Lo más probable es que en una minoría de comunas, de las 345 que existen en el país, los ciudadanos hayan tenido la posibilidad de incidir en alguna decisión medianamente importante para su territorio, por medio de plebiscitos o presupuestos participativos.
Pero en la gran mayoría de las comunas, los ciudadanos reducen su participación en los asuntos públicos únicamente a elegir autoridades cada 4 años.
Es cierto que hoy existen mecanismos y espacios de participación a nivel municipal, pero todos ellos tienen la característica común que son de carácter informativos y consultivos. Salvo los presupuestos participativos, los demás no se vinculan a decisiones locales, aunque estas decisiones sean marginales y se reduzcan a sedes, veredas o iluminación.
En efecto, desde 1992 y hasta ahora, el protagonismo en materia de participación ciudadana lo han tenido mecanismos informativos y consultivos (programas radiales, boletines, páginas web, consejos de la sociedad civil) que representan el primer eslabón básico de la participación. Asimismo, otros espacios tradicionales son disfrazados de espacios de participación, como los consejos consultivos y los fondos vecinales y del deporte, entre los más conocidos. El problema es que esos espacios se han transformado en un instrumento de liderazgos clientelares, y legitimación de agendas públicas para actores políticos que ven solo una oportunidad para imponer su lógica verticalista en el espacio público.
Como consecuencia, se transforman en mecanismos participativos cooptados por actores no representativos, especialmente cuando la sociedad civil no logra empoderarse de los procesos, y la voluntad política del representante adquiere un excesivo protagonismo frente al representado.
En esta materia, el gran desafío de quienes aspiran a ser electos en Chillán será buscar las formas más eficaces de complemento entre la responsabilidad que deben tener con las nuevas formas de participación que demanda la ciudadanía, y la voluntad de compartir espacios de decisión en temáticas municipales.
Este enfoque de participación no pretende reemplazar al representante, sino más bien complementar su acción y mejorar la calidad de las decisiones que se tomen sobre los asuntos públicos locales.
Ni reemplazo de los representantes ni subordinación o cooptación de la participación ciudadana, el camino es el complemento, pero para ello y dada nuestra legislación vigente, se requiere de candidatos dispuestos a distribuir el poder y ciudadanos dispuestos a ocupar esos espacios, exigirlos y hacerlos prevalecer por sobre la oferta informativa y las vinculaciones clientelares que ha copado la agenda municipal en los últimos años.