Señor Director:
La aprobación de la paridad de género en el proceso constituyente es sin duda un logro histórico, considerando lo difícil que ha sido instalar medidas para asegurar una representación equilibrada entre mujeres y hombres en esferas de poder en Chile. Prueba de ello es que aún hoy, el 80% del total de cargos en las esferas política, social, económica y cultural son ocupados por hombres.
Por eso este hito de la paridad es un salto significativo, y una clara muestra de que la sociedad chilena está experimentando una acelerada transformación simbólico cultural. El Informe Mundial de Desarrollo Humano 2019 (PNUD) lo muestra claramente. Mientras en muchos países se mantienen o intensifican sesgos en contra de la igualdad de género, Chile es uno de los cuatro donde más han disminuido (junto a Australia, EE.UU. y los Países Bajos).
Las transformaciones culturales que estamos viendo han sido empujadas por la activa movilización de mujeres y la expansión del feminismo. Y lo vivido esta semana en el Congreso dejó en evidencia que los cambios permean también a las instituciones y la política. Las diferencias con la aprobación de las cuotas en el 2014 son evidentes. Este proceso que fue impulsado desde arriba, por la voluntad del Poder Ejecutivo, la asistencia de algunas expertas y unas pocas organizaciones de mujeres apoyando la articulación con los partidos políticos tardó más de una década en romper las fronteras ideológicas y nunca logró movilizar a mujeres de base o la sociedad. Con la paridad es todo lo contrario. Responde a una aspiración y demanda ciudadana, de niñas, jóvenes, mujeres y hombres. La coalición que la ha apoyado fue desde el comienzo ideológicamente transversal; operando dentro y fuera del Congreso y los partidos políticos; sumado a una amplia y sólida coordinación de organizaciones de la sociedad civil que se movilizaron para generar presión, persuadir, comunicar; con expertas que contribuyeron al debate técnico durante todo el proceso. La paridad representa un triunfo colectivo. Una posibilidad para generar un punto de inflexión hacia esa esquiva igualdad.
Marcela Ríos Representante
Asistente PNUD en Chile
