Señor Director:
Las empresas y la innovación se están enfrentando a una serie de paradojas, donde la contradicción se hace cada vez más patente. Si bien el 75% de las compañías reconocen que es importante innovar para su desarrollo, son pocas las que dedican tiempo y recursos a la gestión de este proceso.
Esto representa un conflicto entre la necesidad de innovar y los posibles resultados que se obtengan, porque se trata de una inversión con resultados inciertos, difícil de predecir y de planificar. Normalmente se generan grandes expectativas y esto hace que los fracasos sean más dolorosos. Los directivos y empresarios se sienten más seguros explotando los éxitos obtenidos que buscando nuevas innovaciones.
Las empresas dicen desconocer cuáles son los motivos de los malos resultados en sus innovaciones, pero no se dedica mucho tiempo a analizar qué ha sucedido o dónde se han cometido errores. Las organizaciones están orientadas a la acción y les cuesta pararse a reflexionar, a revisar su actividad innovadora, a intentar aprender.
Frente a estas paradojas, y en base a la conclusión que el 90% de las innovaciones que llegan al mercado se deben a la correcta disciplina y puesta en marcha de prácticas de innovación, es indispensable el trabajo sistemático y organizado de los equipos y directivos.
Anil Sadarangani