Señor Director:
“Papá, ¿para qué sirve la historia?”, preguntaba su hijo al historiador Marc Bloch, poco antes de la Segunda Guerra Mundial. A casi 90 años de esta frase, que Bloch testimonió en su “Apología para la historia”, sigue haciéndose actual y pertinente la pregunta, incluso en nuestro país.
La falta de profesores de historia en Chile, que algunos estudios han previsto en los próximos años, convive -en la paradoja- con el escaso interés cívico, el desconocimiento de los riesgos del cambio climático y la discriminación del otro. En la era de las “fake news”, el posicionarnos críticamente con nuestra identidad en el espacio y en lo presente ya no es una virtud.
Enseñar historia no es memorizar los hechos de supuestos héroes; es -ya lo decía Bloch- comprendernos en el presente. Así, la falta de profesores de la especialidad en nuestro país pone en controversia la empatía por el otro, distinto en etnia o género, y que es desplazado dentro del mismo espacio geográfico.
La respuesta al hijo de Bloch, que sufrió la muerte de su padre en un campo de concentración nazi, ha tenido muchas respuestas e interpretaciones. Si se me permite aportar una, mi pensamiento es que la historia tiene un único fin: hacernos más humanos.
Francisco Gallegos Celis
Vicedecano Facultad de Educación Universidad Autónoma de Chile