Apenas 201 personas se han inscrito este año (1/1/2021-4/6/2021) en la Oficina Municipal de Intermediación Laboral (OMIL) de Chillán, una cifra que palidece en comparación con las que se observaban antes de la pandemia, pues en el mismo periodo de 2019, con una tasa de desempleo regional de 8,2%, muy similar al 8,4% de este 2021, el total de inscritos era 1.585; y si se compara con 2018, con un desempleo de 8,8%, los inscritos llegaban a 2.315. En igual periodo de 2020 los inscritos llegaban a 596 y el desempleo a 11,2%.
En el trimestre móvil febrero – abril 2021 el INE registró una creación de empleos que fue absorbida por un aumento de la fuerza laboral lo que significó mantener invariable la tasa de desempleo en 12 meses. Empero, el aumento de los ocupados, cifrado en 4,3% se origina principalmente por trabajadores por cuenta propia y asalariados informales. Es decir, empleos en los cuales existe una mayor chance de aprovechar la batería de aportes del Estado debido a la posibilidad que existan registros incompletos de los ingresos que perciben los beneficiarios.
Quienes han analizado el fenómeno, que se repite en otras zonas del país, advierten que son varios los factores que explican esta disminución, principalmente las restricciones a los desplazamientos. Otros plantean que las ayudas del Estado constituyen un desincentivo en sí mismas para trabajar, y particularmente, para un trabajo formal, o como dijo hace un par de meses Ricardo Ariztía, cuando era presidente de la SNA, “si el Gobierno da bonos, ¿para qué trabajar?”
Es probable que la cuarentena haya sido uno de los factores incidentes, pero sin duda que la ayuda prestada por el Gobierno también es un factor que disminuyó la urgencia en la búsqueda de empleos (menor movilidad) pero también, el incentivo de optar por empleos informales.
Pero también asoman otras variables, como las responsabilidades que han debido asumir las mujeres en el hogar, particularmente en cuanto al cuidado de los hijos, quienes en su mayoría no están asistiendo a clases presenciales.
Roberto Herrera, académico de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad de Concepción, campus Chillán, afirmó que “desde el punto de vista macroeconómico tradicional, el gasto fiscal es siempre más efectivo que las transferencias o bonos, con esto me refiero que por ejemplo, gastar en infraestructura genera un impacto mayor en la economía y en las personas que entregar bonos. Pero tenemos un contexto único que nos obliga a sacar conclusiones distintas, esta baja en las cifras, en mi opinión, se puede deber a las siguientes razones: los trabajadores no confían en la posibilidad de reinsertarse en el mercado laboral por medio de la OMIL, ya sea por el contexto de la actividad económica deprimida o por los riesgos de contagiarse de Covid 19; y quizás, lo más importante, la mayoría de los niños no están asistiendo a los establecimientos educacionales, por lo que los padres deben destinar su tiempo a su cuidado, ya que de lo contrario, tendrían que trabajar y pagar a alguien que los cuide, lo cual trabajando a salario mínimo es imposible”.
“En definitiva -continuó Herrera-, creo que recibir bonos es lo adecuado para las familias que han visto una baja importante o total en sus ingresos, lógicamente, bajo el contexto de una pandemia como la que estamos viviendo, y si a consecuencia de ello una porción de la oferta laboral se contrae, es lo correcto, ya que la prioridad es mantener la salud de ellos y sus familias. Lógicamente, esto genera déficit fiscal, por lo que en los siguientes años tendremos que ser capaces de recuperar el balance de las cuentas fiscales; pero en la coyuntura actual, la prioridad debe ser entregar soporte económico a las familias”.
Los inactivos
Según explicó Bernardo Vásquez, director del Observatorio Laboral de Ñuble (Sence-UBB) y académico de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bio, “la población fuera de la fuerza de trabajo o inactiva corresponde a aquella en edad de trabajar (mayores de 15 años) que no tuvieron una ocupación y tampoco buscaron y/o estuvieron disponibles para trabajar en una ocupación (en el periodo de análisis)”.
“A través de Encuesta Nacional de Empleo del INE, observamos que en el trimestre febrero-abril de 2021 el total de inactivos en Ñuble fue de 192.662 versus 198.054 en igual trimestre del 2020, lo que representa una caída interanual del 2,7%. Asimismo, parte de los inactivos, aquellos potencialmente activos, presentaron una disminución en dicho periodo, lo que puede ser explicado en gran medida por el incremento de 4,3% en el número de ocupados en la región de Ñuble, al comparar el trimestre febrero-abril de 2021 con 2020”, detalló Vásquez.
Al desglosar las razones de inactividad, el académico de la UBB indicó que “se puede señalar que las tres principales categorías que explican esto en la región corresponde a Responsabilidades familiares o motivos de salud permanente (un 41,2% del total, principalmente mujeres); Está estudiando o preparándose para estudiar (19,7%); y persona jubilada, pensionada o rentista ( 18,1%)”.
Informalidad
Uno de los efectos no deseados de los bonos es la menor disposición de las personas para incorporarse formalmente al mercado laboral y se constata que aumentó el incentivo de optar por empleos informales. De hecho, el INE muestra un aumento de la informalidad en la región. Según el boletín de empleo del trimestre febrero-abril de 2021, la tasa de ocupación informal alcanzó un 33,2%, lo que representa un aumento de 2,6 puntos porcentuales respecto a igual trimestre de 2020.
Roberto Herrera, de la UdeC, recordó que “en nuestro país, el mercado laboral es bastante rígido, con ello me refiero a que es difícil tener contratos formales por horas, por lo que es cierto que existe un incentivo a la informalidad, ya que, volviendo al tema del cuidado de los niños, esta tarea no es compatible con un sueldo mínimo a tiempo completo. Y creo que esta razón es más potente que querer beneficiarse de los bonos”.
En esa línea, el académico de la EAN UdeC agregó que “la ayuda a las familias se debe mantener y por otra parte, aumentar aún más el gasto en infraestructura pública, ya que de ese modo, aumenta el empleo y al mismo tiempo, ganan las empresas, las familias y la ciudad en general”.
De igual forma, Bernardo Vásquez planteó que “hay varios fenómenos que se están dando al mismo tiempo que pueden explicar el aumento de la informalidad. Por un lado, las inyecciones de liquidez, en particular, los retiros de fondos previsionales han llevado a las personas a desarrollar pequeños emprendimientos, lo que queda de manifiesto al observar las cifras tanto de aumento del trabajo informal como de trabajadores por cuenta propia. A su vez, esta opción ha crecido más notoriamente en las mujeres, presumiblemente, debido a que como muestra un estudio cualitativo del Banco Central, son ellas quienes han debido adaptarse frente a una mayor carga de trabajo relacionado a los cuidados, de forma tal de compatibilizar dichas labores con el trabajo remunerado. Además, mencionan que a menudo el salario no compensa el costo de externalizar las labores de cuidado”.
El director del OLÑ complementó que “Ñuble se caracteriza por una fuerza de trabajo dedicada principalmente a ocupaciones elementales, las que han sido las más golpeadas por la crisis. Además, sectores como el Comercio y el Silvoagropecuario, que son intensivos en este tipo de empleo, tienen remuneraciones inferiores al promedio regional. Por ende, los retiros de fondos previsionales y las transferencias del Gobierno pueden transformarse en un desincentivo a la participación o un incentivo a la informalidad al compensar, en algunos casos, lo que los economistas llaman el salario de reserva, que es el salario mínimo por el que una persona está dispuesta a trabajar o bien generar un costo de oportunidad respecto de acceder o no a las transferencias estatales”.
Consultado por el problema de compatibilizar las ayudas a las familias en tiempos de pandemia con el aumento de la fuerza laboral, Vásquez sostuvo que “es uno de los dilemas que enfrenta hoy la política pública, en cuanto a mantener un equilibrio entre una movilidad reducida de la población para controlar la emergencia sanitaria y la reactivación de la economía. Habrá que ir monitoreando de cerca el desarrollo de la pandemia en el país y la región, pero al menos hoy por hoy no es tiempo de retirar estímulos tanto a las personas como las pymes”.
“En esta línea -agregó el académico UBB- es necesario evitar que quiebren las pymes, para lo cual se requiere apoyo financiero que permita la supervivencia de estas, considerando que una vez superada la crisis, es necesario que estas empresas sigan funcionando para que las personas puedan volver a los lugares de trabajo, o de lo contrario, costará aún más recuperar los empleos perdidos y la creación de nuevos empleos. A su vez, incentivos al empleo también son requeridos para la reactivación económica, como por ejemplo, los subsidios al empleo línea Regresa y Contrata administrados por Sence, que van en esta dirección”.