Señor Director:
Es evidente que el Ministerio de Educación, el Colegio de Profesores, los municipios y sostenedores, las familias y todo el sistema educativo quieran velar por la seguridad de los niños y profesores. También es evidente que estamos asustados sin saber -muchas veces- cómo reaccionar, siendo muy cautos en las decisiones que tomamos.
En el mundo hay más de 1.000 millones de niños, niñas y adolescentes sin clases presenciales, y líderes, académicos y autoridades han anticipado el daño que esto traerá. En Chile, son millones los que continúan sus aprendizajes en aulas virtuales, que han tenido resultados positivos, demostrándonos que somos creativos y capaces de adaptarnos; pero también hay muchos estudiantes que no logran el vínculo emocional necesario ni los resultados de aprendizaje adecuados a su etapa de desarrollo.
En el país no hemos logrado un diálogo fluido entre todos los actores para discutir cómo, cuándo y en qué condiciones particulares de cada comunidad educativa debemos empezar a retomar las clases presenciales de forma paulatina y voluntaria.
Aprovechemos lo que hemos aprendido en estas difíciles condiciones preparándonos a transitar de una educación de emergencia a una educación de calidad híbrida (virtual y presencial), sin miedo a conversar las diferencias que tenemos y llegar a consensos en la forma de hacerlo. Si no nos hacemos las preguntas adecuadas hoy, llegaremos atrasados mañana, cuando volvamos a abrir las puertas. Y, nuevamente, los más perjudicados serán nuestros niños, niñas y adolescentes.
Ricardo H.C. Evangelista
Director Ejecutivo Fundación Sara Raier de Rassmuss