Así como la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 afecta la vida de los chilenos, ésta también golpea a las personas migrantes que llegaron a Chillán con una maleta cargada de sueños y esperanzas para un nuevo comienzo, en tierras que se encuentran a miles de kilómetros de distancia de su lugar de origen.
Pérdida de empleos, bajos ingresos, cuentas por pagar e hijos que alimentar son parte de las situaciones que agobian a los extranjeros en estos últimos meses.
Desde hace tres semanas Daibeth Carmona, oriunda de Venezuela, empezó un nuevo trabajo que ha significado un alivio, luego de estar casi cinco meses sin percibir ninguna entrada de dinero pues producto de la pandemia había quedado cesante.
“Cuando empezó la pandemia estaba trabajando en el hotel Isabel Riquelme como recepcionista, finalizó mi contrato y sería renovado pero las condiciones económicas del país y la pandemia impidieron que no lo renovaran”, comenta la extranjera que reside en la ciudad desde hace un año y medio.
Madre de dos hijos, de 8 y 10 años, recuerda que pasó por momentos difíciles y con la poca pero valiosa ayuda que recibió de algunos conocidos pudo sortear aquellos días oscuros.
“Menos mal yo siempre guardo unos ahorros pero igual tenía que pagar arriendo y cuentas. Donde vivía el señor me cobraba y le decía que me esperara unos días hasta pagar el arriendo. No tengo familia en Chillán, solo mis hijos. Fue una etapa bastante difícil, y ahora lo pienso y no sé cómo salí adelante, no tenía apoyo de nadie, una ayuda por acá, de a poquito. De la escuela México nos enviaban los alimentos de la Junaeb y con eso más o menos podía subsistir. Estuve hasta sin gas para cocinar”, relata la venezolana de 33 años, quien es biológo químico de profesión, agregando que entre la ayuda recibió un calefactor porque no tenían como temperarse.
En ese momento Daibeth no contaba con cédula identidad, lo que asegura le imposibilitó postular o acceder a algún beneficio que pudiera paliar su crisis, la cual provocó altibajos emocionales que siempre escondió a sus hijos.
“A mis hijos trato de ocultarles cualquier situación, para ellos siempre estoy feliz. Cuando no tenía nada que darles o cuando querían algo que les gustaba les decía ‘ahorita tenemos esto, mañana vemos qué puedo hacer para buscarte el queso o jamón’ y así ellos se quedaban tranquilos. De noche me desplomaba y lloraba pero no delante de ellos, fueron noches amargas, lo que hacía era orar y me daba fuerzas, es como una fuerza interior que te empuja a seguir adelante”, expresa.
Hoy día la venezolana agradece una nueva oportunidad laboral relacionada a su profesión, pero lo más importante, asegura es que tendrá ingresos para solventar los gastos de su hogar y familia.
“Pasé tantas cosas, fue horrible, estos meses para mí han sido difíciles y de tanto pedirle a Dios que no me dejara sola se apareció la oportunidad de repente y ahí estamos tratando de dar lo mejor posible”, afirma Daibeth.
Caída de ingresos
Por amor Fanny Bohórquez Martínez lo arriesgó todo y dejó Colombia hace ya casi 10 años, luego que su marido viajara hasta el país tropical para concretar el primer encuentro de la pareja, que se había conocido a través de la red social Badoo.
En la actualidad viven en la tierra natal de su esposo, Chillán, donde cumplieron el sueño de la casa propia y tienen un hijo, de 8 años.
Sus conocimientos de estética y belleza más sus ahorros, le permitieron a esta ciudadana colombiana instalar en calle Claudio Arrau su local, “Fanny Bellísima Spa”, enfocado en el diseño de cejas, lifting de pestañas, rejuvenecimiento y limpieza facial.
Si bien desde que comenzó a despegar su emprendimiento la experiencia ha sido positiva, durante la pandemia, los días han sido grises, ya que durante tres meses tuvo que cerrar su local y volver a reactivar su actividad con números que no han sido los auspiciosos, ya que ha sufrido una caída de un 50% en sus ingresos.
Un aspecto que ha golpeado su negocio ha sido lidiar con el aumento en los costos de sus insumos, lo que la ha obligado a modificar sus tarifas con el temor constante a perder clientes. Producto de la crisis sanitaria, también ha tenido que adoptar un nuevo horario, atendiendo solo durante la jornada de la tarde, de 15 a 18 horas.
“Todo subió, los insumos están por las nubes. Por ejemplo, yo cobraba por un perfilado de cejas, con visagismo y con su maquillaje, 10 mil pesos, pero yo no le puedo subir ni a 15 ni a 20, porque la persona no va llegar. Entonces, subí solo dos mil pesos más, para recuperar lo que vale el producto, pero no se alcanza a compensar igual. Lo tuve que hacer, porque más encima pago un arriendo. Todo está muy caro. Yo soy especialista en este rubro, entonces, mi trabajo y profesión me valió mucho esfuerzo, y eso la gente no lo nota”, explica.
La pandemia ha sido dura para su núcleo familiar, ya que durante este periodo su marido perdió su trabajo en momentos en que Fanny tuvo cerrada su consulta. Sin embargo, en la actualidad sus ingresos en el centro de estética, les han permitido mantener un nivel de vida basado en lo estrictamente necesario.
“Tenía su empleo, pero lo perdió por la misma situación del Covid-19. Estaba trabajando con una empresa de traslados. Alcanzó a estar tres meses y perdió su trabajo. Estábamos contentos, porque igual estaba empezando algo nuevo y yo me iba a mi trabajo, después nos juntábamos para recoger al niño, era un horario flexible donde podía trabajar normal y estábamos juntos otra vez en la noche. Como acá colocaron un cordón sanitario y le tocaba salir a recoger personas, no podía”, relata.
Si bien la emergencia sanitaria ha provocado desequilibrios en su situación económica, Fanny también trabaja con el temor al contagio al coronavirus, a pesar de tomar todas las medidas de precaución, desinfectando constante su lugar del trabajo y utilizando de elementos de protección personal.
“Fue duro para nosotros, porque era prácticamente el único ingreso, yo no estaba trabajando, entonces, teníamos que apoyarnos en los ahorros que habían, porque antes de la pandemia me iba bien, no me puedo quejar, pero igual en mi consulta la clientela bajó mucho al no trabajar como antes. Uno igual trabaja con miedo, inseguridad, a pesar de que uno toma todas las medidas de seguridad, pero tampoco puedo dejar de ir a un cliente, no queda de otra”, reconoce.
Venezolana busca trabajo
Con la promesa de enviar dinero a sus dos hijos y a su madre enferma que están en Venezuela, Valentina Montilla Parra, llegó a Chillán hace 1 año y medio tras seguir a una hermana, la que más tarde se fue a España en busca de nuevas oportunidades.
Tras quedar sola en la capital regional, la joven, de 27 años, logró conseguir un trabajo en una cocinería de la carretera, pero tras la llegada de la pandemia, perdió su empleo donde había permanecido durante más de un año.
“Ha sido fuerte, me ha costado encontrar trabajo y más como inmigrante, donde debes tener todos los papeles al día y tuve dificultades con mis documentos, gracias a Dios hoy me entregaron mi Rut. Y no fui beneficiada con la cesantía, porque como no tenía mi Rut, no pude cobrar mi seguro y desde marzo que estoy cesante. He trabajo limpiando casas cuando salen solicitudes, pero ya tengo tres años luchando como inmigrante, porque antes viví en Perú”, recuerda.
El presente de Valentina transcurre entre trabajos esporádicos, sin estabilidad que le permita apoyar a su familia en el país caribeño y vivir tranquila en Chillán, donde espera algún día vivir junto a sus hijos.
“Estoy preocupada,porque estoy desempleada y mis hijos en Venezuela en una situación cada vez más caótica. Aquí sin empleo, tienes que pagar alquiler y todo el resto de las cosas, entonces, es fuerte. Trato de buscar por aquí y por allá, y así estoy, limpiando casas particulares y pidiéndole a Dios que esto se acomode rápido. Además, de esta preocupación, tengo a mi mamá enferma y el papá de mis hijos ahorita está desempleado, entonces, la carga me toca a mi”, cuenta.
Valentina, quien en el pasado congeló la carrera de Medicina Veterinaria en su país por necesidad de trabajar, está dispuesta a desempeñarse en cualquier rubro, ya que debe pagar el arriendo de una pieza en una casa, ubicada en avenida Argentina, donde vive junto a otros cuatro compatriotas, para minimizar costos.
“Como está la situación, estoy dispuesta a trabajar en lo que sea y tengo la disponibilidad de aprender. Si me toca lavar platos, lo haré, mientras que sea un trabajo honrado. Me gustaría trabajar en atención al público, ventas o cocina”, puntualiza.
Por ahora, la joven venezolana ve el futuro con fe y confiada en poder levantarse nuevamente. “Por ahora me quedo en Chillán, porque irme a otro país significa estar más tiempo sin ellos (hijos) y aquí ya tengo un año y medio, entonces, ya conozco la cultura, por ahora no tengo planes de migrar a otro país, y si llegara a viajar, ya sería a mi país. Tengo la esperanza, porque en su momento me fue bien, pero a causa de la pandemia y a la mayoría nos desequilibró mucho”, dice
Al igual que otros compatriotas, la joven reconoce que el migrante que anhela construir una vida nueva debe enfrentarse a diversos pasos y obstáculos.
“En Chile, en parte es bueno, las leyes tiene muchos pasos por seguir y protocolos.(…) Automáticamente la mayoría entró con visa sujeta a contrato y nosotros al estar desempleados, nos toca volver a iniciar un trámite. Hay personas que no te quieren dejar trabajar si no tienes un Rut, hay empleadores que no toleran el tiempo que necesitas para ese trámite, a veces se pone un poquito complicado. Para poder uno traer a su familia, tienes que sacar todo, la visa, e igual estar establemente bien”, explica.
Trámites de extranjeros
Desde la Gobernación de Diguillín informan que de acuerdo a estimaciones del Departamento de Extranjería desde marzo a fecha, los permisos que están solicitando los extranjeros ha presentado una variación mínima.
“Sucede que ahora, muchos de los extranjeros les corresponde solicitar PEDE (Permanencia Definitiva) en plataforma digital, producto de la pandemia en el territorio. En cuanto a la cantidad de extranjeros y su país de origen, las mayores cantidades en Ñuble, se concentran con migrantes procedentes de Haití, Venezuela y Colombia. Agregar que el número de extranjeros que han llegado a solicitar permanencia definitiva, ha disminuido bastante. Muchos llegan a prorrogar visas ya entregadas, aclarar dudas y consultas respecto a sus situaciones de estadía en el país”, explicó el gobernador Enrique Rivas.
Texto: Susana Núñez/ Antonieta Meleán