Cuando retornemos a la “normalidad”, cuando la pandemia sea solo un mal recuerdo, tendremos diferentes enseñanzas personales y un considerable inventario de buenas prácticas, partiendo por el teletrabajo.
En efecto, la cuarentena obligatoria ha hecho que muchos trabajadores continúen con sus actividades laborales desde sus hogares. Aunque para algunos esta es una nueva forma de trabajo, lo cierto es que funciona desde hace varios años y se trata de una alternativa que debería mantenerse y ampliarse, independiente de este estado excepcional que estamos viviendo y que obliga a que todos los ciudadanos permanezcamos aislados para prevenir la propagación del coronavirus.
Lo más importante para que una organización implemente el teletrabajo es que sus empleados cumplan con los objetivos de sus trabajos, no que permanezcan ocho horas en la sede de la empresa. El empleado desde su casa o desde el sitio donde se encuentre, puede adelantar informes, enviarlos por correos electrónicos, usar las plataformas tecnológicas que necesite y asistir a las reuniones que se convoquen a través de videollamadas, compartir presentaciones, trabajar en línea con otros compañeros y tener comunicación laboral permanente con sus colegas y jefes.
Adicional a esto, si se tiene la posibilidad de trabajar de forma remota, parcial o totalmente, el ambiente laboral puede resultar más placentero, ya que el trabajador sigue respondiendo por sus actividades desde lugares que le resultan más agradables, como su casa, donde puede compartir más tiempo con su familia, en su café preferido o en cualquier otro lugar donde haya una conexión a Internet. Igualmente, su estado anímico será mejor y su productividad aumentará. Trabajar flexiblemente permite obtener un equilibrio entre la vida profesional y laboral.
Para las empresas también es provechoso tener empleados que trabajen de forma remota. Por ejemplo, podrían reducir los costos fijos en planta física, mantenimiento, servicios públicos, entre otros; tener control y seguimiento permanente al desarrollo de las tareas programadas a través de herramientas tecnológicas. Además, las organizaciones mejorarían sus condiciones de reclutamiento al contratar al personal que necesite sin importar su ubicación o disponibilidad de desplazamiento e incluir población en situación de discapacidad.
El teletrabajo también puede representar beneficios para las ciudades, porque reduce el tráfico asociado a las jornadas de trabajo y contribuye a mejorar la movilidad en los centros urbanos.
Este periodo de aislamiento obligatorio le ha impuesto a muchas personas el trabajo desde casa, lo que debe ser visto por las empresas como una oportunidad para replantear sus prácticas laborales y aprovechar para hacer pruebas piloto de teletrabajo que redunden en aumento de la productividad, mejor calidad de vida de los trabajadores y generación de procesos de calidad, porque el trabajo no es el sitio al que se va, sino la tarea que se cumple.