El ministro de Salud, Enrique Paris, confirmó que a partir de este mes va a comenzar la aplicación de la cuarta dosis de la vacuna contra el Covid-19. La medida se anticipa en un mes al plazo que habían estimado inicialmente desde el Ministerio de Salud, que era en febrero, considerando los seis meses de distancia entre dosis.
La decisión se informa en el marco del fuerte aumento de casos a nivel mundial por la irrupción de la variante Ómicron, que se ha erigido como una de las formas virales más contagiosas y de la historia reciente. Ya se compara con el sarampión, que, como se sabe, puede llegar a afectar hasta a 18 personas a partir de un solo infectado.
Los estudios demuestran que si bien esta variante podría pasar por encima de las defensas naturales y las que dejan las vacunas, la posibilidad de que quienes ya estén inmunizados padezcan enfermedad grave o muerte por covid-19 es sensiblemente baja. Por ello insistir en vacunar a quienes no lo han hecho, completar las dosis a quienes les faltan y aplicar los refuerzos en quienes las condiciones ya lo permiten, deben ser tareas en las que la participación de toda la comunidad es necesaria en un marco ineludible de búsqueda del bienestar colectivo.
La autoridad sanitaria nacional aseguró ayer que en enero se prevé un aumento de casos por esta variante, que ya superó los 350 a nivel nacional y que se mantiene en alza en todo el mundo. Desde la Mesa de Datos del Ministerio de Ciencias han estimado que Chile podría pasar de 1.500 casos diarios, que es el promedio de la última semana, a 6.000 casos por día. No obstante, el mismo panel científico cree que tras el alza debiese haber un descenso rápido de los casos a fines de enero, siempre y cuando se repita la epidemiología de los otros países donde irrumpió esta variante que ha mostrado ser menos grave y menos letal.
La experiencia internacional también aporta otro dato muy relevante y es el alto potencial desestabilizador de la reactivación económica que tendría una eventual ola de contagios por Ómicron. Varios países del mundo desarrollado ya están regresando a confinamientos y a medidas restrictivas para viajeros internacionales. En Europa y Estados Unidos ya está golpeando al sector turístico, al entretenimiento, y al comercio minorista.
La buena noticia es que muchas naciones, incluida Chile, han aprendido las lecciones de casi dos años de pandemia. En términos económicos, la más importante es el reconocimiento del desastroso costo social de cerrar las actividades productivas y confinar a los ciudadanos, mientras que desde el punto de vista sanitario, sabemos muy bien que no podemos relajar los planes de vacunación, lo mismo que el uso universal de mascarillas, respetar los aforos, ventilar los espacios cerrados y mantener el distanciamiento entre las personas. Todas estas medidas siguen siendo vitales, ya que pueden poner a raya incluso a la incierta Ómicron. Aplicarlas rigurosamente debe ser un mandato general.
