Es necesario mirar con atención las cifras de desempleo correspondientes al trimestre mayo-julio dadas a conocer ayer por el INE, no solo porque la tasa de Ñuble (9,8%) es la más alta en lo que va del año y también la mayor del país (7,2%), sino porque en Chillán-Chillán Viejo la desocupación superó la barrera sicológica de los dos dígitos, al alcanzar un 10,5%, posicionándose como la ciudad con la segunda tasa más alta, después de Lota (11%).
En opinión de los expertos, si bien la actividad agrícola suele decaer en el trimestre bajo análisis, la pérdida de 6.420 empleos (-16,7%) es muy significativa, lo mismo que en el comercio donde se destruyeron 2.740 puestos de trabajo netos (-6,9%), lo que podría deberse no a un fenómeno coyuntural, sino a la estructura económica de la región.
En efecto, desde siempre Ñuble se ha desenvuelto en un sistema monoproductor, muy dependiente de la explotación de recursos naturales. Primero fue el trigo y luego las plantaciones forestales. Ahora son las plantaciones de frutales de exportación. Este proceso, nos lleva a la realidad actual, donde la industria asociada al desarrollo forestal y a la agroalimentación son las principales actividades que mueven la economía local.
Si se observa, entonces, la manera como se ha ido gestionando la matriz productiva, resulta fácil advertir que es extremadamente dependiente de los ciclos de la actividad económica y de compleja readaptación ante estos cambios.
En la intercomuna Chillán-Chillán Viejo, además, se observan fenómenos migratorios que a diferencia de lo que ocurre en el resto de Ñuble, han llevado a una expansión en la fuerza de trabajo, que no pudo ser absorbida por los nuevos empleos.
Y es que a la presión que representa la migración de trabajadores desde el campo a la ciudad en busca de oportunidades laborales, se debe sumar el crecimiento de los inmigrantes extranjeros, muchos de los cuales han llegado a los campos a desplazar mano de obra local en labores agrícolas y agroindustriales, así como también en el comercio y en el servicio doméstico.
Entender el comportamiento del empleo en la zona es un desafío clave para la definición de políticas públicas focalizadas en la naciente región. Asimismo, el análisis exige una mirada de más largo plazo, de cara al proceso de definición del modelo de desarrollo que se aspira a lograr en Ñuble, pues más allá de las expectativas por avanzar en el fortalecimiento de sectores con mayor agregación de valor, la realidad actual muestra un mercado laboral con bajos niveles de calificación, todavía muy dependiente de la agricultura y del comercio, y por lo tanto, altamente vulnerable al impacto de variables como el clima, el tipo de cambio y el precio de los commodities, entre otras.
En consecuencia, no atender las señales del mercado laboral local y los factores que lo determinan, solo profundizará aún más el lamentable proceso de emigración de capital humano calificado, que tanta falta le hace a Ñuble en esta nueva etapa que inicia, y perpetuará las abismantes brechas de ingreso y desarrollo que la separan del resto de Chile.