La pandemia ha obligado a niños y niñas a quedarse confinados en casa durante meses, lo que se tradujo en casi nula actividad física, una dieta inapropiada y alto estrés, e inevitablemente condujo a un alza en los niveles de sobrepeso y obesidad.
De acuerdo a cifras entregadas por el mapa nutricional que elabora la Junta Nacional de Auxilio y Becas (Junaeb) con alumnos de Prekínder a 1º Medio, el promedio entre todos los niveles encuestados, en Ñuble, un 29,7% de los escolares tiene sobrepeso; 18,5% tiene obesidad; 7,8%, obesidad severa. Sumando la obesidad y la obesidad severa, la cifra llega al 26,3%. Lo preocupante es que sumando a los niños con sobrepeso y obesos totales, se tiene que el 56% de los escolares en Ñuble presenta sobrepeso u obesidad, dos puntos más que el promedio nacional (54,1%).
Uno de los nutrientes que más se encuentra y en exceso en la dieta de los escolares es el azúcar, incluso en una proporción mayor que la de grasa, y al mismo tiempo hay serios déficit de leche, alimento indispensable. Otros datos que han revelado los informes es que la alimentación es menos saludable cuando el nivel socioeconómico es más bajo, como también su relación con factores climáticos, ambientales y culturales.
En efecto, en ciudades intermedias de la zona centro sur, como Chillán, se advierte el mayor consumo nacional de alimentos con alto contenido de nutrientes críticos y energía. Además, varios estudios han comprobado que niños y adolescentes de esta zona son quienes consumen menos cantidad de alimentos con nutrientes protectores.
Esta realidad que desnudan los estudios es lo que se ve diariamente en los centros de salud: cómo crecen los niveles de obesidad y sobrepeso que se corresponden evidentemente con el desconocimiento generalizado en la población de cuáles son los hábitos alimenticios más saludables.
Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es “la enfermedad epidémica no transmisible más grande del mundo” y está entre los diez factores de riesgo principales para la salud. Por lo mismo, en gran parte del orbe se están desarrollando políticas públicas sobre el tema.
En Inglaterra, uno de los países menos saludables de Europa, la obesidad infantil es uno de los problemas más graves que afectan a la población y buena parte de los buenos resultados que están comenzando a tener -después de dos décadas- es porque identificaron con claridad a quién deben dirigirse las campañas y esfuerzos regulatorios. Un ejemplo, es el envío de advertencias oficiales a los padres de niños obesos para que se encarguen de controlar el peso de sus hijos. La medida al principio causó polémica y cierta molestia social, pero terminó generando una positiva corriente de opinión pública sobre la importancia de ser educados en una alimentación sana y un nivel de actividad física adecuado a cada edad.
En éste como en otros temas fundamentales para el desarrollo de nuestra sociedad, la educación sigue siendo la piedra angular y la solución al problema: sin políticas educativas claras, no habrá logros concretos.