El hijo ilustre de Ránquil, José Luis Gallegos, retornó a su casa. Nuevamente como jefe de Prefectura de Ñuble, pero ahora con el grado de prefecto, el que aún no tenía cuando se fue a fines de septiembre de 2019, designado como agregado policial de la Policía de Investigaciones en España.
Ahora tiene un nuevo diploma en su oficina ubicada en el histórico complejo policial Vega de Saldías, que corresponde al reconocimiento de la embajada de Chile en España, y que se mezcla –entre otros logros- con recortes de prensa de hace 24 años, que destacan el reconocimiento del director general de esa época, Nelson Mery, quien le otorgó el premio a mejor detective, por sus destacadas investigaciones en la Brigada de Homicidios de Concepción.
Casado, con tres hijos, ad portas de cumplir 30 años de servicio, y justo el día de su cumpleaños, el 25 de noviembre, asumió como jefe de la prefectura de la PDI en Ñuble, siguiendo la gestión del prefecto José Carmona, quien fue llamado a retiro, con una ceremonia oficial de despedida el día de ayer, tras 31 años de servicio.
-¿Cuál fue su misión en España?
-Principalmente la gestión en el Control Migratorio y Policía Internacional, respecto a las visas, asesoría en materia de crimen organizado, colaboración con el cuerpo de Policía Nacional, Guardia Civil, trabajo en la coproducción de seguridad, existiendo retroalimentación con sus experiencias.
-¿Cómo vio desde España lo ocurrido en Chile durante el último año?
-Se notaron cambios. Yo me fui los primeros días de octubre de 2019, entonces supe lo que pasó a través de mis contactos cercanos y también lo que podía ver en distintos medios de comunicación. En relación a la pandemia, llegó primero a Europa, y fue una situación dantesca, por la cantidad de fallecidos. En el peak llegó a haber más de 1.100 fallecidos; solo gracias a las medidas que adoptó el Gobierno pudieron bajar las cifras.
-¿De qué forma se gestionó la repatriación de chilenos en Europa?
-Una de las misiones fue repatriar chilenos y residentes, siendo algo positivo porque se agradeció la gestión de la PDI, no solo nuestros conciudadanos, sino también la diplomacia, existiendo una estrecha coordinación con la policía de España, especialmente del Control de Fronteras, porque el despegue de los aviones ocurría desde Madrid, pero muchos interesados venían de Alemania, o Italia, entonces debía existir una coordinación que permitiera que ingresaran a Madrid, existiendo restricciones sanitarias.
-¿Cuántos vuelos hubo?
-Se hicieron cinco vuelos; el primero, el 3 de mayo, con 136 pasajeros, posteriormente durante dos meses se trasladaron más de 700 personas. Algunos estaban realizando su trámite de visa, otros ya la tenían aprobada, pero mi función era permitir que se embarcaran en las aerolíneas, y gracias a un seguimiento del control migratorio, se evaluaba su situación migratoria, dado que algunos eran chilenos y otros residentes.
-¿Qué impresión tenía de lo que estaba pasando en Ñuble?
-En España la pandemia llegó de manera abrupta y no existían todos los elementos de protección necesarios, situación que veía distinta respecto a lo que pasaba aquí en Chile, en que se reaccionó de mejor manera, con preparación ante la contingencia. Si bien han sido daños terribles, no se han cumplido pronósticos que eran aún más catastróficos de los que se han producido.
-¿Pudo ver a su familia?
-Hasta antes de mi familia pude estar con ellos, y posteriormente, cuando comenzó la pandemia, volvieron a Chile, fue duro, pero con el compromiso que caracteriza a los detectives, me mantuve trabajando y así el tiempo pasó más rápido. No pude estar en confinamiento por la naturaleza de mis labores, que implicaban realizar muchas gestiones en terreno, con muchísimas medidas de protección
-¿Cuál es la lección que le quedó después de su experiencia?
-Sin duda, el autocuidado es fundamental. Sumado al distanciamiento social, con las medidas de protección y seguridad, siendo obediente a la autoridad, en el sentido de que, si existen restricciones, tienen por objetivo resguardarnos a todos los habitantes.
