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Varios cientos de personas, que declararon ser “chalecos amarillos”, se congregaban en París el sábado en medio de un importante dispositivo de seguridad, coincidiendo con otras dos manifestaciones, una ecologista y otra contra la reforma de las jubilaciones.
Al media jornada, las fuerzas de seguridad, cuya misión es intervenir rápidamente en cuanto se formen aglomeraciones, había detenido a 106 personas en las zonas donde estaba prohibido manifestar.
Los agentes recurrieron una vez a los gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, que se dirigían hacia la avenida de los Campos Elíseos, donde en anteriores marchas se saquearon tiendas.
“Nos tratan como a criminales”, denunció Brigitte, una activista ecologista. “Nos reunimos para decir que no podemos vivir. No es sólo una manifestación contra un presidente sino contra todo un sistema”, explica por su parte una mujer en sudadera, con capucha, bajo el disfraz del anonimato.
La prefectura de policía movilizó a 7.500 agentes, cañones de agua y vehículos blindados. Desde el viernes por la tarde, se acordonaron barrios enteros del centro de la capital.
Las autoridades afirmaron temer episodios violentos, como ya ocurrió en anteriores manifestaciones de los “chalecos amarillos”, que llevan diez meses protestando contra la política social y fiscal del Gobierno.
Una fuente de las fuerzas de seguridad mencionó que existe un riesgo de “convergencia” entre los “chalecos amarillos” y los llamados Black Blocs, grupos violentos “que quieren romperlo todo”.
Algunos activistas esperan que se produzca una “convergencia” entre varias marchas, como Aurélie Trouvé, del movimiento antiglobalización Attac, para quien “las preocupaciones del fin del mundo y del fin de mes se han hilvanado”.
“Este día es simbólico para nosotros, por la convergencia de luchas por el clima y [la de] las jubilaciones”, indicó Eric, un “chaleco amarillo” llegado desde Toulouse (suroeste) junto a su compañera. Ambos preveían participar en la manifestación por el clima organizada por los ecologistas.
Esa “marcha por el clima y la justicia social”, convocada por varias oenegés, debía partir a medio día desde el centro de la ciudad.
Los organizadores esperan una fuerte movilización, pese a que la manifestación del viernes para promover más medidas contra el cambio climático movilizara a algo menos de 10.000 personas en la capital, según un recuento para los medios de comunicación del gabinete Occurrence.
Por su parte, el sindicato Fuerza Obrera convocó una marcha contra la reforma de las jubilaciones este sábado, en el que también se celebran las Jornadas del Patrimonio, que cada año atraen a decenas de miles de visitantes.