Nuestra “Petit Notre Dame”
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Hace cinco años, el mundo contempló estupefacto como la Iglesia Notre Dame, enclavada en el corazón de Paris, fue consumida por el fuego. Construida entre el siglo XII y el siglo XIV, es la más importante de las catedrales Notre Dame, esparcidas por suelo francés. De estilo gótico, su relevancia simbólica va mucho más allá de ser un formidable ejemplo de arquitectura gótica o de arquitectura religiosa. Francia, un país laico y republicano, la venera como si fuera la madre de su historia moderna.
Al amparo de las iglesias góticas se desarrolló el conocimiento científico, astrológico y de acabadas técnicas constructivas, cuyas leyes siguen vigente hasta el día de hoy. Sus constructores fueron las cofradías medievales, celosos custodios de los secretos de la construcción de un estilo, el gótico, que puso a la técnica al servicio de lo divinidad.
O, dicho de otra manera, desde una mirada más laica y racionalista, demostró que la arquitectura es capaz de generar sensaciones sublimes y de cercanía a lo divino, a partir de lo material y de las ciencias. Las cofradías de constructores de catedrales góticas fueron el origen de las logias de constructores, que adoptaron su estructura simbólica y aprendizaje gradual, para fundar lo que hoy se conoce como Francmasonería Moderna”. Francmasón significa constructor libre.
La iglesia Notre Dame de Paris, luce hoy completamente restaurada. ¿Cómo lo hizo? Con una alianza público-privada-ciudadana. Hubo donaciones de grandes empresas y también de ciudadanos y, por cierto, aportes del Estado. Su restauración superó los 700 millones de euros y estuvo a cargo de especialistas altamente calificados. Gracias a las tecnologías actuales, su reconstrucción duró cinco años, lejos de los dos siglos que tardó su construcción original.
Muchas enseñanzas y reflexiones nos dejan este proceso, sobre todo considerando que nosotros, en Chillán, tenemos nuestra “Petit Notre Dame”. Se trata de la Iglesia Los Carmelitos, que fue inaugurada en 1912, hoy seriamente dañada por el ultimo mega terremoto del 2010. Es la primera de La Orden de los Carmelitas Descalzos en Chile (hay sólo tres iguales) de estilo neogótico con reminiscencias flamígeras.
Es también el edificio más antiguo del Chillán Nuevo (1835). Ha resistido estoicamente los terremotos de 1928, 1939, 1960 y el de 2010. Es, sin discusión alguna, el patrimonio arquitectónico más importante del Chillán Nuevo. Simboliza la huella del tiempo de una ciudad con una condición resiliente admirable.
Hace pocos días se ha anunciado la compra de los terrenos adyacentes, y un comodato de la orden de Los Carmelitos con el Estado, para que en un futuro próximo sea posible restaurar y recuperar la Iglesia y el Convento, a fin de instalar allí una infraestructura cultural relevante, que recoja la historia de la ciudad y la proyecte al futuro, como parte de su patrimonio más relevante.
No se trata de un gesto hacia una religión determinada, en este caso la católica, ni de delirios arquitectónicos. Por el contrario, es hacernos cargos de la historia, de nuestra propia historia como ciudad y capital regional. Representa la huella de una historia reciente, es el testimonio de una ciudad capaz de levantarse siempre después de una tragedia. Es nuestra “Petit Notre Dame”.